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Juan Calvino

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Juan Calvino PROFETA CONTEMPORANEO  aqui www.iglesiareformada.com/Hoogstra_Calvino_Profeta_contemporaneo.pdf

 

Juan Calvino, -cuyo nombre original era Jean Cauvin, latinizado según la costumbre de la época como Calvinus- nació en Noyon, Francia, el 10 de Julio de 1509. Sus padres fueron Jeanne Le Franc y el abogado Gerard Cavin.

Inicios

Sus primeros estudios estuvieron destinados a la carrera eclesiástica. Así es que recibió formación inicial en el College de la Marche y en el College de Montaigne. A instancias de su padre que pretendía que Juan Calvino siguiera el camino de las leyes, se enroló en las universidades de Orleáns y Bourgues (1).

Durante su paso por los claustros universitarios tomó contacto con las ideas humanistas y reformadas.En abril de 1532, cuando Calvino contaba con 22 años de edad, publicó un comentario sobre el “De Clementia” de Séneca, trabajo que puso en evidencia sus dotes como pensador.

En 1535 tuvo una experiencia personal que marcaría su destino.

Había comprendido el Plan de Salvación y se acogió a él.Para ese tiempo, había entablado amistad con Nicolás Cop, quien acababa de ser elegido rector de la Universidad de París. Cuando Cop hizo pública su adhesión a las ideas de Martín Lutero, ambos, Cop y Calvino, se vieron obligados a huir de la ciudad.

Juan Calvino ya dominaba el latín y el griego, y estaba avanzado en el aprendizaje del idioma hebreo.Centró sus estudios de acuerdo a un enfoque bibliocéntrico, tomando a las Escrituras como principio rector de todas las actividades del hombre. Partiendo de esta concepción profundizó en el análisis bíblico y de cuestiones sociales.

Inició su tarea evangelizadora a través de varias ciudades de Europa, en parte motivado por sus ideas misioneras, pero también debido a la implacable persecución por parte del clero católico que no le permitía afincarse en un lugar. Mientras tanto iba escribiendo sus pensamientos y descubrimientos teológicos.

Christianae Religious Institutio

En 1536 publicó la primera edición de Christianae Religious Institutio (Institución de la Religión Cristiana) en donde plasmó los aspectos fundamentales de su visión. Este trabajo, corregido y ampliado por el mismo Calvino, se distribuyó a lo largo y a lo ancho de todo el continente europeo, llegando incluso a España en una versión traducida por Casiodoro de Reina (ver)Con respecto a este trabajo, el teólogo y comentarista John Mackay señala: “Es un sistema de teología cristiana, tomando en cuenta solo las Escrituras como suprema autoridad, y al Espíritu Santo como guía en la interpretación de la verdad cristiana, en vez de la autoridad de la Iglesia de su tiempo; sin dejar de respetar por esto, las opiniones de los grandes padres de la Iglesia.”

Ginebra y Estrasburgo

Ese mismo año, Calvino visitó Ginebra, de camino a la ciudad de Estrasburgo. Guillermo Farel, líder del la Reforma local lo invitó a participar en el movimiento protestante de la ciudad.Durante este tiempo trabajó incansablemente contribuyendo a la expansión de la Reforma en la región. En 1538, la derrota de Farel obligó a ambos a mudarse de Ginebra.

Calvino partió rumbo a Estrasburgo donde continuaría su labor evangelizadora y se casaría con Idelette de Bure, una dama viuda con la que tendría un hijo.

Fue en Estrasburgo que Calvino habría de publicar el primero de sus numerosos libros de comentarios sobre la Biblia.

Consolidación en GinebraEn 1542 regresó a Ginebra por pedido de los cristianos reformados de la ciudad. Fue aquí donde se establecería definitivamente y desarrollaría la plenitud de su pensamiento.Aunque recibió casa y un sueldo estatal, llevó una vida austera y no tuvo ningún nombramiento oficial.

En 1559, luego de diecisiete años de residencia, se hizo ciudadano de Ginebra.

Mientras vivió allí tuvo importante injerencia en la vida comunitaria de la ciudad, no solo en cuestiones estrictamente religiosas, sino en todo asunto secular que tuviera que ver con las ideas de Calvino sobre un mejor estilo de vida, tal cual se desprendía de su propia perspectiva teológica.Aportó el borrador para diversas ordenanzas de orden público e incluso muchas de sus ideas se incorporaron a la Constitución ginebrina.Mostró interés particular por la educación popular apoyando el acceso gratuito para todos los niños. Impulsó la creación de niveles secundarios e incluso llegó a inaugurar una academia de nivel superior de la que Theodore Beza fue su primer rector, y que más tarde se transformaría en una universidad.

Promovió la creación de hospitales, orfanatos, refugios para pobres y enfermos, además de diversas obras públicas para mejorar las condiciones de vida del ciudadano de Ginebra, como alcantarillados y otras.Participó en el diseño de medidas de gobierno que favorecían el desarrollo de actividades industriales y promovió la difusión de la lengua francesa y la alfabetización masiva. A través de su influencia sobre los consistorios favoreció medidas moralizadoras.

En lo que respecta a su actividad religiosa, promovió con pasión y firmeza las ideas de la Reforma. Publicó gran cantidad de trabajos sobre Teología, compuso himnos e impulsó a otros laicos a hacer lo mismo. Entre otros himnólogos impulsados por Calvino se destacó Luis Bourgeois.

Sus problemas de salud Juan Calvino nunca gozó de buena salud. Sufría de una enfermedad pulmonar obstructiva crónica que le provocaba frecuentes recaídas con catarros severos y crisis de disnea.

El célebre teólogo y comentarista bíblico Samuel Vila dijo al respecto: “En su caso, como en el de infinidad de fieles hijos de Dios, las cadenas y las llamas fueron sustituídos por enfermedades, disgustos, contrariedades y penalidades diversas; pero eran y son parte de la misma prueba de fe. La fe de Calvino era muy fuerte; por consiguiente quiso el Señor hacerle un ejemplo a millares que tendrían que honrar a Dios sufriendo pruebas y ser espectáculo aleccionador a los hombres y a los ángeles, de su entera confianza, amor y sumisión al Padre celestial.”En cuanto a algunos aspectos que tienen que ver con su carácter, la figura de Calvino ha sido objeto de infinidad de descalificativos que lo hacen ver como intolerante y despiadado.

Sin embargo, estas apreciaciones que surgen de la opinión de sus enemigos y detractores, no son congruentes con la documentación existente. Además de las pruebas testimoniales, Calvino dejó cerca de cuatro mil cartas a través de las cuales es posible acceder a su pensamiento más íntimo. En ellas se ve a un hombre sensible y compasivo, comprometido con el necesitado, físico o espiritual, presto a la palabra de ánimo y la exhortación (Richard Stauffer “The Humannes of John Calvin”). (2)

El caso Servet

La mayoría de las alusiones bibliográficas sobre el caso, presentan a Juan Calvino como el responsable de instigar e incluso ordenar la ejecución en la hoguera del médico español Miguel Servet, en 1553. Este hecho ha sido levantado por los detractores del Calvinismo como un símbolo de su intolerancia.Al respecto, el historiador Daniel Pisoni, realizó una profunda investigación que concluye en una versión de los hechos absolutamente diferente (ver Anotaciones sobre la hoguera de Champel ).Si bien Miguel Servet sostenía, desde el punto de vista de Calvino, una doctrina de herética y definitivamente anticristiana, no fue él quien ordenó la muerte de Servet, antes bien abogó por cierta clemencia (2).

Visión teológica

Su concepción teológica es absolutamente bibliocéntrica. Para Calvino, todo asunto, ya sea de naturaleza teológica o social, puede ser analizado y explicado a partir de las Escrituras.En Christianae Religious Institutio, la obra maestra de Calvino y que por lo menos revisó cinco veces entre 1536 y 1559, se propuso la articulación de la teología bíblica de una manera razonable, siguiendo los artículos del credo apostólico. Los cuatro libros de la edición definitiva (1559) se centran en los artículos "Padre", "Hijo", "Espíritu Santo", e "Iglesia". (4 )

Sobre el Padre

El conocimiento de Dios está relacionado con la conciencia de uno mismo. En el mundo y en la conciencia humana se manifiestan las demandas espirituales. Dios creó el mundo y lo hizo bueno. Pero desde la caída original la humanidad, por sus propios poderes sólo ha podido comprender a Dios de modo excepcional e imperfecto. Por sí solos, los seres humanos nunca pueden alcanzar una auténtica vida religiosa basada en el conocimiento de Dios. Sin embargo, por la gracia de Dios, transmitida por Jesucristo, como se dice en la Biblia, el Creador resolvió este destructivo dilema y permitió a la humanidad obtener una clara visión de la revelación. Estas personas que aprenden la verdad sobre la depravación humana —que incluso las mejores acciones están corrompidas y ninguna es pura— pueden arrepentirse y confiar su salvación en Dios Padre.

Sobre el Hijo

El pecado humano, heredado desde Adán y Eva, produce en cada persona una "fábrica de ídolos". Todos los individuos merecen destrucción, pero Jesucristo ejerció como profeta, sacerdote y rey para llamar a los elegidos a la vida eterna con Dios. Cristo convoca a los elegidos a una nueva vida, intercediendo por ellos en su expiación, y se halla a la diestra de Dios. Calvino hizo grandes esfuerzos para poner de manifiesto la continuidad de sus doctrinas con la ortodoxia cristiana como aparece expresada en los credos de Nicea y Caledonia.

Sobre el Espíritu

El Espíritu Santo de Dios, la tercera persona de la Trinidad, concede poder a los escritos y a la lectura de la Escritura, a la vida devocional de los creyentes, y al desarrollo cristiano en Cristo (santificación). También permite la confianza en que la resurrección de Dios de los muertos traerá a los salvados a la perfección a la presencia de Dios. Toda seguridad de elección a la gracia es dada por el Espíritu, e incluso la condenación de los réprobos según la justicia de Dios se rige por el poder del Espíritu.

Sobre la Iglesia

La Iglesia de Dios y los sacramentos son también otorgados por la gracia divina para edificación moral de los elegidos y el bien del mundo. La Iglesia, una a través del tiempo, puede ser conocida por la oración, por escuchar la Palabra de Dios y por la administración de los sacramentos. Aunque la verdadera Iglesia sea conocida sólo por Dios, la Iglesia visible está por completo relacionada con Él en la Tierra. Dignatarios y jefes de la Iglesia serían aquellos individuos que intentan con rigor mantenerse en la disciplina cristiana, aunque su autoridad no puede depender de su rectitud. Los cargos deben ser aquellos designados en el Nuevo Testamento.

Doctrina de la Predestinación

Una de los aspectos fundamentales de su visión teológica fue su propuesta de la doctrina de la predestinación.Al igual que Lutero, Calvino sostenía que el hombre podía acceder a la Gracia a través de la Fe, pero que Dios ya había elegido a quienes habían de ser salvos desde ates de la fundación del mundo.Lutero y Bucer habían debilitado la creencia en la predestinación fundándola en la presciencia divina: Dios conoce el porvenir y sabe lo que ocurrirá a cada individuo; en consecuencia presciencia y predestinación coinciden. Pero así parece que se establece un vínculo de causa a efecto entre presciencia y predestinación. Parece que Dios esté obligado a hacer lo que ha previsto; en consecuencia, no es exactamente Todopoderoso. Ello es intolerable para un amor ardiente y delicado. “Para Calvino, Dios es libre y lo que él prevé no se confunde con lo que desea de toda eternidad” (Roland Mousnier). La gracia es irresistible y el hombre no la puede repeler; se manifiesta en la vida del elegido por el gusto hacia la doctrina y las obras de fe. (2)Calvino redujo los sacramentos a solo dos: el bautismo y la comunión (santa Cena), la cual solo aceptó en un sentido conmemorativo, y suprimió todos los ritos del culto, el crucifijo, el altar y las jerarquías sacerdotales. Los lugares destinados al culto fueron desprovistos de adornos y todo tipo de imágenes.Instituyó un clero laico y democrático. Los líderes constituidos se denominaron ministros y pastores, ancianos y diáconos. Los primeros tenían incumbencia en asuntos estrictamente profesionales mientras que los segundo se encargaban de los asuntos materiales y costumbristas.

Legado

Su legado llega hasta nuestros días en forma directa a través de sus sermones, libros y cartas; e indirectamente a través de los miles de reformadores y cultores del cristianismo reformado que asimilaron sus ideas a lo largo de casi cinco siglos.

Sus herederos espirituales directos han constituido la Iglesia Presbiteriana, pero no existe denominación protestante que no haya recibido la influencia del pensamiento y obra del gran reformador francés.

Su legado ha trascendido lo religioso y su aporte, sumado al de otros padres de la Reforma, ha contribuido de manera decisiva a la idiosincrasia de gran parte de la civilización occidental, consolidándose en los países protestantes de Europa y luego extendiéndose hacia Estados Unidos, Australia y por todo lugar adonde haya prendido la semilla del Evangelio.

Juan Calvino, uno de los héroes de la Reforma y quizás el mayor exponente de la Teología protestante de la historia, entregó su alma al Señor el 27 de Mayo de 1564 en la ciudad de Ginebra, donde fue sepultado.

Daniel E. Dañeiluk.

 

 

John Knox (1510-1572)

 

fue un sacerdote escocés, líder de la Reforma Protestante y es considerado el fundador de presbiterianismo.Fue educado en la universidad de St. Andrews. Influenciado por los primeros reformadores como George Wishart, se unió al movimiento reformista de la Iglesia escocesa. Estuvo envuelto en los eventos eclesiásticos y políticos relacionados con la muerte del Cardenal Beaton en 1546 y la intervención de la regente de Escocia, María de Guisa. Fue hecho prisionero por las fuerzas francesas al año siguiente, y tras su puesta en libertad en 1549 se exilió a Inglaterra.
Es reconocido como el Padre de la Reforma en Escocia. Nació en Haddington (Escocia) en el año 1515 y se formó en la universidad de San Andrés.
Discípulo de G. Wishart (1513-1546), asesinado en la hoguera, Knox fue ordenado sacerdote en 1540. Su pensamiento había recibido las influencias tanto luteranas como calvinistas, así como también de Martin Bucer, en particular sobre su punto de vista acerca de la comunión en la Cena del Señor. Su intensa actividad como reformador y patriota lo confrontó directamente con las casas francesas católicas que dominaban Escocia. Como consecuencia de esto, Knox tuvo que buscar protección en el castillo de San Andrés.
Era reina de Escocia María Estuardo, pero por su forzado exilio, era regente de Escocia su madre María de Guisa, francesa y católica como su hija, y consiguió que en julio de 1547 una flota francesa sitiara y bombardeara el castillo, obligando a sus ocupantes a capitular. Knox y sus compañeros fueron deportados y enviados a galeras, en donde fue tenido como esclavo, hasta que en 1549, por intervención del gobierno inglés, fue liberado.
Vuelto a Inglaterra, comenzó a predicar en muchos puntos del país. La predicación de Knox cerca de la frontera escocesa atrajo a tantos escoceses que el gobierno inglés se puso nervioso. Knox logró tal reconocimiento, que fue invitado para predicar en la corte de Eduardo VI. Éste monarca inglés, representante de la época dorada de la Reforma en su país, le ofreció un cargo como obispo de Rochester, lo que Knox rechazó.
Cuando María Tudor ("Queen "Blood" Mary), católica y mujer de Felipe II, llegó al trono inglés en 1553, Knox estuvo por algún tiempo dudando sobre si procedía morir pronto en la hoguera o huir del país. Por fin, decidió huir a Ginebra en 1555, donde los reformadores suizos, especialmente Juan Calvino, tuvieron mucha influencia en él.
A finales del 1555, Knox volvió por un breve tiempo a Escocia, donde tuvo la suerte de librarse de una acusación de herejía. John Knox era además de un religioso, un visionario. Él sostenía que la única posibilidad de que los escoceses se libren de la dominación francesa era que los protestantes de Escocia e Inglaterra se unan en un frente común. En 1559, los acontecimientos se precipitaron en Escocia. El pueblo escocés se alzó contra la Regente y la dominación francesa; se produjeron graves desórdenes y las tropas del gobierno se lanzaron contra las fuerzas protestantes poniéndoles en grave aprieto. Fue entonces cuando Inglaterra, ya bajo la protestante Elizabeth I, decidió intervenir con un potente ejército. Las tropas francesas fueron sitiadas en Leith y tuvieron que capitular (1560), con lo que la influencia gala llegó a su fin. Ese mismo año, John Knox, junto a otros reformadores de su tiempo fundaron la Iglesia Reformada.
Para 1567, los franceses habían sido expulsados totalmente de Escocia. El triunfo del protestantismo en quedó asegurado cuando María Estuardo abdicó en 1567. Knox predicó el sermón de coronación para Jacobo VI, el niño de María, quien fue educado en el protestantismo durante la regencia de Lord James Stewart, conde de Moray y también protestante. De esta manera la Reforma Protestante se consolidaba de manera definitiva en el país..
John Knox, patriota y padre de la Reforma en Escocia, falleció en el año 1572.
fuente Wikipedia.com

Cipriano de Valera es, sin lugar a dudas, el español del siglo XVI que de manera más clara y contundente se definió por la fe de la Reforma y que contribuyó de manera más decisiva a la transmisión de la Palabra de Dios. Nació en 1532 en Frenegal de la Sierra (Badajoz), y después de haber estudiado filosofía durante seis años, ingresó en el monasterio jerónimo de San Isidoro del Campo. Allí conocería las verdades de la Palabra de Dios proclamadas por la Reforma, y de allí saldría, en el año 1557, rumbo al exilio, junto con otros compañeros de monasterio, como Antonio del Corro o Casiodoro de Reina. Tras un breve paso por Ginebra, donde conocería personalmente al Reformador Juan Calvino, en 1558 Valera se instaló definitivamente en Inglaterra. Allí, además de casarse en 1563, llegaría a ser profesor tanto en la universidad de Cambridge como de Oxford. Durante 20 años, Valera llevó a cabo el monumental trabajo de revisar la traducción de la Biblia que en 1569 publicara su antiguo compañero, Casiodoro de Reina. Su nueva revisión se publicó en el año 1602. Pocos años más tarde, no se sabe exactamente cuando, Valera falleció en su exilio de Inglaterra.

Thomas Hodges (1600-1672)
UN CALVINISTA PURITANO INGLÉS, COVENANTER, Y MIEMBRO DE LA ASAMBLEA DE WESTMINSTER.

 

Las obras de Thomas Hodges disponibles en Inglés antiguo:
Las obras de Thomas Hodges se están actualizando y publicado por Publicaciones puritano .

Thomas Hodges (1600-1672) fue ministro del Evangelio en Kensington, en el condado de Middlesex, cerca de Londres, varios años. Él estaba en Kensington, cuando fue elegido para ser miembro de la Asamblea de Teólogos de Westminster. Se tomó su asiento en esa Asamblea, y dio la asistencia constante durante la sesión. Era un Covenanter, y predicó a veces ante el Parlamento. Algunos sermones que predicó ante el Parlamento se imprimieron entonces, y todavía existen. En un sermón que predicó antes de la Honorable Cámara de los Comunes, de 2 Ped. 01:02 . y en su epístola dedicatoria, que se antepone a ese sermón, se queja mucho del crecimiento y la difusión de la herejía y de la fecundidad de la prensa en la producción de muchos nacimientos deformes monstruos. Dice, en su discurso a los patriotas sabios y valientes "¿No es hora de llorar a ti en busca de ayuda? No hay nada más noble que la verdad de Dios, ni de más concernment que el alma del hombre, ambos se encuentran un sangrado "El señor Hodges mantiene, ya que nuestros reformadores hicieron, en general, que el cuidado y la reforma de religión pertenecen, a los gobernantes civiles, y constituyó una de los principales deberes de su cargo. En consecuencia, se agrega más lejos, en el sermón antes mencionada, para hacer frente a la Cámara de los Comunes: "Yo ruego os mostrará misericordia a la verdad preciosa, ese rayo de gloria, hija del cielo, que ni idea de la misericordia de bajar a este mundo oscuro que yerran , que nos llevará a través de los laberintos de una mente muchos ignorantes, pensamientos eiring, ejemplos engañosos, en medio de oscuras tentaciones, a la dicha y la felicidad. Para ella sufre, y es aquí como en parroquia de nosotros, y se perdería por completo, o al menos astutamente eclipsado, si lo libera no a ella. "¿Qué tenemos que dejar posteridad, tan precioso como este Camino de la Verdad? Si eso se ha ido, la gloria se ha apartado de Israel, y adiós todo. ¿Lo hemos recibido de nuestros antepasados ​​en el brillo y la paridad, y ¿no es doloroso para nosotros, que en nuestro tiempo rt deberán estar mutilado y desfigurado, que nuestros hijos después de nosotros, si no fuere oportuno evitar, apenas se beable para distinguir entre ella y error? ¿Por qué los valientes mártires derramaron su sangre preciosa, pero para mantener este camino de la verdad? Y vamos a perder y dejar las cosas tan barato una tarifa, y no llorar por eso? Los Judios de edad, cuando se enteraron de blasfemia, que sirve para desgarrar sus cloaths, para dar testimonio del desgarramiento interior de sus corazones: ¿Puede ser nuestro todo cuando los tontos tanta verdad difamar a Dios y blasfemar de su nombre ", concluye su sermón? de recomendar al auditorio aprendido, para alentar a catequizar, por lo que las pobres almas pueden enseñar los principios de la religión en la más sencilla manera, y que podría ser la leche para babes.-Para plantar un ministerio instruido y capaz en todo lugar eminente. Y aquí, dice, "Dame permiso para sugerir a usted, que hay muchos hombres doctos en este reino, a quienes Dios no ha dotado de elocución y otras habilidades como el púlpito para el trabajo, sin embargo, sería muy buena forma de mantener la . Verdad por su pluma, contra los errores que destruyen, que podría, sino que tenga aliento "Y añade:" Resolver con toda la velocidad conveniente su Confesión de Fe, en donde las personas podrán tener en cuenta lo que está permitido por la Verdad, en un debate maduro, y con pequeños dolores discernir lo que está bien o mal. "Y ese error puede ser efectivamente suprimida, y se estableció la verdad, aconseja a los senadores dignos, como los tutores y padres adoptivos-de la Verdad, que tener especial cuidado de las Universidades, que el aprendizaje y la piedad ser lo suficientemente anima en estas fuentes útiles. Y que la lectura de las Sagradas Escrituras, y los ejercicios de piedad, podrían ser más en uso entre ellos. Wood dice que después de la restauración de Su Majestad, el señor Hodges se convirtió en rector de la iglesia de San Piter en Cornhill. Londres, y decano de Hereford en el lugar ot Dr. H Croft quien fue nombrado obispo de la misma en 1661, y que la celebración de ese decanato al momento de su muerte, fue sucedido en el mismo por el Dr. George Benson a mediados de verano, en el año 1672.
Sus escritos -. 1. Una visión de la gloria de Dios; un Sermón del Salmo cxiii 5, 6. ante la Cámara de los Comunes, en su rápida solemne, 28 Srpt. 1642. 4to. pp.41. Lond. 1642.-2. El Gronth y difusión de la herejía, un sermón de V Pu ii. 2 antes de la Honorable Cámara de los Comunes, en su rápida pública para el crecimiento de la herejía, 10 de marzo 1646. 4to. pp W). Londres, 1647. -3. Inaccesible gloria, o. La imposibilidad de ver el rostro de Dios mientras estamos en el cuerpo, un sermón de Éxodo. xxxiii 20. en el funeral de Sir Theod. de Mayerne, en la iglesia de St Martin in the Fields, en el 30 de marzo de 1655. 4to. Londres, 1655. Se dice que él tiene un Sermón del general i. 31. pero yo no lo he visto.

R.M. McCheyne

R.M. McCheyne

17.07.2013 01:12
      Era invierno. Sentados cerca del fuego, dos hombres estaban cincelando piedra en una cantera vecina. De pronto, un desconocido se les acercó; bajó del caballo e inmediatamente pasó a conversar sobre el estado espiritual de sus almas. Sirviéndose de las...

Robert Boyd

 

BOYD , ROBERT, de Trochrig un eminente teólogo del siglo XVII , nació en Glasgow en 1578. Él era el hijo de James Boyd, " Tulchan - arzobispo " de Glasgow, y Margaret , hija de James Chalmers de Gaitgirth , jefe de ese nombre. A la muerte de su padre , que ocurrió cuando él tenía sólo tres años, su madre se retiró a la residencia de la familia en Ayrshire, y Boyd , junto con Tomás, su hermano menor, fue en su momento envió a la escuela secundaria de la provincia ciudad. De allí fue trasladado a la Universidad de Edimburgo, donde estudió filosofía con el Sr. Charles Ferme , (o Fairholm ) uno de los regentes , y después la divinidad bajo el célebre Robert Rollock . De conformidad con la costumbre de la época , que luego se fue al extranjero con el fin de realizar sus estudios , y Francia estaba destinada a ser la primera esfera de su utilidad . Él enseñó a los distintos departamentos de la literatura en las escuelas de Tours y Montauban, en el primero de los cuales los lugares que conoció al famoso Dr. Rivet . En 1601 , fue ordenado pastor de la iglesia en Verteuil , y en 1606 fue nombrado uno de los profesores en la universidad de Saumur, que había sido fundada en 1593 , por la amable Philip de Mornay , más conocido por el título de Du Plessis . Boyd también descargó los deberes de un pastor de la iglesia en la misma ciudad, y , poco después , se convirtió en profesor de la Divinidad. Como tenía ahora la intención de permanecer durante algunos años en el extranjero , él meditó él mismo de entrar en el estado matrimonial , y de haberse reunido con " una virgen honesta de la familia de Malivern ", dice Wodrow ", que buscaba a sus padres por su consentimiento , que habiendo recibido un testimonio satisfactorio de la nobleza de su nacimiento, y la competencia de sus bienes , que fácilmente produjeron , así que la llevaron a la mujer , con el buen gusto de la iglesia y la universidad, que se espera que por este medio se se fijaría entre ellos , a fin de no volver a albergar pensamientos de volver a Escocia para instalarse allí " . Pero en esto fueron pronto decepcionados, por el rey James de haber escuchado a través de varios nobles , las relaciones del señor Boyd , de su valía y talento , le ofrecieron la direccion de la universidad de Glasgow.
 
Los deberes del director de esa universidad fueron, por la carta de este monarca, que no se limita incluso a los relacionados con la institución. Él estaba obligado a enseñar teología en un día, y el hebreo y siríaco otro, alternativamente , pero esto no fue todo . Las temporalidades de la rectoría y la casa parroquial de Govan se habían anexado a la misma, a condición de que el director debe predicar el domingo en la iglesia de la parroquia . Bajo estas circunstancias, no se puede esperar que el Sr. Boyd podría tener mucho más tiempo libre para premeditate sus conferencias. Wodrow nos informa , que no leyó , " pero pronunciada todo en un discurso continuo , sin ninguna duda , y con tanta facilidad y la libertad de expresión, como el más elocuente divina es costumbre entregar sus sermones en su lengua materna. " Cabe recordar , que los prelections fueron entregados en América , y el director Baillie , quien estudió con el señor Boyd, menciona que , a una distancia de treinta años, la de las lágrimas, la profesión solemne , y el ardor de los deseos producidos por el oraciones en latín de la directora , aún estaban frescos en su memoria. [ Bodii Praelections en Epist . Ephes Ad. Praefat , ad Lectorem . ]
 
A partir de la asimilación que fue luego rápidamente lugar a la forma episcopal de gobierno de la iglesia , el Sr. Boyd sintió que su situación peculiarmente desagradable. No podía consentir en las decisiones de la asamblea Perth, y que no se podía esperar que se le permitiría retener su cargo en virtud de cualquier otra condición que la de cumplimiento. Por lo tanto, prefirió renunciar voluntariamente a su cargo, y retirarse a su casa de campo . Poco después de este período , fue nombrado Rector de la Universidad de Edimburgo, y uno de los ministros de esa ciudad , pero no se le permitió tiempo para quedarse. Su majestad insistió en su cumplimiento de los artículos Perth, y un indicio en este sentido que ha sido hecho para él, él se negó, y , para usar la expresión pintoresca del historiador , " swa se despidió de ellos . " Ahora estaba ordenó a limitarse dentro de los límites de Carrick . Su último destino fue Paisley , pero pronto se produjo una pelea con la viuda del conde de Abercorn , que se había convertido últimamente papista , y esto fue una nueva fuente de angustia para él. Naturalmente una constitución débil y agotado por una serie de desgracias , que ahora trabajaba bajo una complicación de enfermedades , lo que llevó a su muerte a Edimburgo, donde había ido a consultar a los médicos , en el 05 de enero 1627 , en el año 49 de su edad.
 
De sus obras , algunas de las cuales se imprimen , la mayor y más conocida es su " Praelectiones en Epistolam ad Ephesios . " De las circunstancias que se produjeron en la última parte de su vida , se le impidió conseguir que se imprime como él pretendía. Después de su muerte , una copia de la MS . fue enviado al Dr. Rivet , quien estuvo de acuerdo con Chouet de Ginebra para la impresión , pero al volver a ese lugar con el MS . en su poder, la nave fue tomada por los Dunkirkers , y el trabajo fue capturado por algunos jesuitas, que se separaría de él " nec nec prece pretio . " Afortunadamente, el original todavía quedaban , y fue , después de muchos retrasos , impreso " Impensis Socielatis Stationariorum ", en 1652 , folio . Para el trabajo se antepone un libro de memorias del autor, el Dr. Rivet , pero como su conocimiento no comenzó hasta l598 y 1599 , hay varios errores en su relato de la primera parte de la vida de Boyd, todos los cuales Wodrow cuenta con gran industria y la precisión corregida . La única obra en prosa del Sr. Boyd, que haya sido publicada , es su " Monita de filii sui primogeniti Institutione , ex la que se autoriza MSS . Autographis por R ( obertum ) S ( ibbald ) , MD edita ", 8vo, 1701. El estilo de esta obra , de acuerdo con Wodrow , es puro , el sistema perspicaz , y la prudencia , la observación y la piedad , aparecen a lo largo . Además de estos, la " Hecatombe ad Christum ", la oda a la Dra. Sibbald , y el poema laudatorio de rey James , están en la impresión. Los dos primeros están impresas en el " Deliciae poetarum Scotorum . " La Hecatombe ha sido reimpreso en Edimburgo en 1701, y posteriormente en el " poetarum Scotorum Musae Sacrae . " Los versos al rey James han sido impresos en la Adamson " musas " Welcome ", y es notable , que parece haber sido pasado por alto por completo Wodrow . Todos estos poemas justifican la opinión que tenía Boyd dedicó más de su atención a la composición de la poesía latina , podría haber sobresalido en esa elegante logro.
En el momento de Wodrow , varios manuscritos . aún quedaba en poder de la familia de Trochrig , que consta de Sermones en Inglés y francés , su Philotheca , una especie de obituario , extractos de la que últimamente se han impreso en la segunda parte de la miscelánea del club Bannatyne . Su vida se ha escrito con gran detalle por el historiador venerable de los sufrimientos de la Iglesia de Escocia , ya citado con frecuencia. Aquellos que deseen conocer más de este hombre culto , a los límites de nuestro trabajo lo permite, se refiere a la serie muy interesante de las biografías Wodrow en la biblioteca de la universidad de Glasgow - artículo de Boyd.
 

BOYD, ROBERT, of Trochrig an eminent divine of the seventeenth century, was born at Glasgow in 1578. He was the son of James Boyd, "Tulchan—archbishop" of Glasgow, and Margaret, daughter of James Chalmers of Gaitgirth, chief of that name. On the death of his father, which happened when he was only three years old, his mother retired to the family residence in Ayrshire, and Boyd, along with Thomas, his younger brother, was in due time sent to the grammar school of the county town. From thence he was removed to the university of Edinburgh, where he studied philosophy under Mr Charles Ferme, (or Fairholm) one of the regents, and afterwards divinity under the celebrated Robert Rollock. In compliance with the custom of the times, he then went abroad for the purpose of pursuing his studies, and France was destined to be the first sphere of his usefulness. He taught various departments of literature in the schools of Tours and Montauban, at the first of which places he became acquainted with the famous Dr Rivet. In 1601, he was ordained pastor of the church at Verteuil, and in 1606 he was appointed one of the Professors in the university of Saumur, which had been founded in 1593, by the amiable Philip de Mornay, better known by the title of Du Plessis. Boyd also discharged the duties of a pastor in the church at the same town, and, soon after, became Professor of Divinity. As he had now the intention of remaining for some years abroad, he bethought himself of entering into the married state, and having met with "an honest virgin of the family of Malivern," says Wodrow, "he sought her parents for their consent, who having received a satisfactory testimonial of the nobility of his birth, and the competency of his estate, they easily yielded, and so he took her to wife, with the good liking of the church and the university, who hoped that by this means he would be fixed among them, so as never to entertain thoughts of returning to Scotland to settle there." But in this they were soon disappointed, for king James having heard through several noblemen, relations of Mr Boyd, of his worth and talents, offered him the principalship of the university of Glasgow.

The duties of principal in that college were, by the charter of this monarch, not confined even to those connected with that institution. He was required to teach theology on one day, and Hebrew and Syriac the next, alternately; but this was not all. The temporalities of the rectory and vicarage of Govan had been annexed to it, under the condition that the principal should preach on Sunday in the church of that parish. Under these circumstances, it could not be expected that Mr Boyd could have much leisure to premeditate his lectures. Wodrow informs us, that he did not read them, "but uttered all in a continued discourse, without any hesitation, and with as much ease and freedom of speech, as the most eloquent divine is wont to deliver his sermons in his mother tongue." It will be remembered, that the prelections were then delivered in Latin, and Principal Baillie, who studied under Mr Boyd, mentions that, at a distance of thirty years, the tears, the solemn vows, and the ardour of the desires produced by the Principal’s Latin prayers, were still fresh in his memory. [Bodii Praelections in Epist. Ad Ephes. Praefat, ad Lectorem.]

From the assimilation which was then rapidly taking place to the episcopalian form of church government, Mr Boyd felt his situation peculiarly unpleasant. He could not acquiesce in the decisions of the Perth assembly, and it could not be expected that he would be allowed to retain his office under any other condition than that of compliance. He therefore preferred voluntarily resigning his office, and retiring to his country residence. Soon after this period, he was appointed Principal of the university of Edinburgh, and one of the ministers of that city; but there he was not long allowed to remain. His majesty insisted upon his compliance with the Perth articles, and an intimation to that effect having been made to him, he refused, and, to use the quaint expression of the historian, "swa took his leave of them." He was now ordered to confine himself within the bounds of Carrick. His last appointment was to Paisley, but a quarrel soon occurred with the widow of the Earl of Abercorn, who had lately turned papist, and this was a source of new distress to him. Naturally of a weakly constitution, and worn down by a series of misfortunes, he now laboured under a complication of diseases, which led to his death at Edinburgh, whither he had gone to consult the physicians, on the 5th of January, 1627, in the 49th year of his age.

Of his works, few of which are printed, the largest and best known is his "Praelectiones in Epistolam ad Ephesios." From the circumstances which occurred in the latter part of his life, he was prevented getting it printed as he intended. After his death, a copy of the MS. was sent to Dr Rivet, who agreed with Chouet of Geneva for the printing, but when returning to that place with the MS. in his possession, the ship was taken by the Dunkirkers, and the work was seized by some Jesuits, who would part with it " nec prece nec pretio." Fortunately the original still remained, and it was, after many delays, printed "Impensis Socielatis Stationariorum," in 1652, folio. To the work is prefixed a memoir of the author, by Dr Rivet; but as their acquaintance did not commence till l598 or 1599, there are several errors in his account of the earlier part of Boyd’s life, all of which Wodrow has with great industry and accuracy corrected. The only other prose work of Mr Boyd, ever published, is his "Monita de filii sui primogeniti Institutione, ex Authoris MSS. autographis per R(obertum) S(ibbald), M. D. edita," 8vo, 1701. The style of this work, according to Wodrow, is pure, the system perspicuous; and prudence, observation, and piety, appear throughout. Besides these, the "Hecatombe ad Christum," the ode to Dr Sibbald, and the laudatory poem on king James, are in print. The two first are printed in the "Deliciae Poetarum Scotorum." The Hecatombe has been reprinted at Edinburgh in 1701, and subsequently in the "Poetarum Scotorum Musae Sacrae." The verses to king James have been printed in Adamson’s "Muses’ Welcome;" and it is remarkable, that it seems to have been altogether overlooked by Wodrow. All these poems justify the opinion, that had Boyd devoted more of his attention to the composition of Latin poetry, he might have excelled in that elegant accomplishment.
In the time of Wodrow, several MSS. still remained in the possession of the family of Trochrig, consisting of Sermons in English and French, his Philotheca, a kind of obituary, extracts from which have lately been printed in the second part of the Miscellany of the Bannatyne Club. His life has been written at great length by the venerable historian of the sufferings of the Scottish church, already frequently quoted. Those who wish to know more of this learned man, than the limits of our work will permit, are referred to the very interesting series of the Wodrow biographies in the library of the university of Glasgow – article Boyd.

 

LA VIDA DE SAMUEL RUTHERFORD


 

Su vida antes del exilio

Rutherford nació hacia el año 1600 cerca de Nisbet, Escocia. No se sabe mucho de su origen. Uno de sus biógrafos menciona que provenía de padres respetables, y otro, que vino de padres humildes pero honestos. Es probable que su progenitor se dedicara a actividades agrícolas y que tuviese un rango respetable en la sociedad, pues pudo dar a su hijo una educación superior.

En 1627 obtuvo un «Master of Arts» de la Universidad de Edimburgo, donde fue nombrado Profesor de Humanidades. Poco después fue ordenado pastor de la iglesia en Anwoth, una parroquia rural. Como tenía un verdadero corazón de pastor, trabajaba incesantemente por su rebaño. Se dice que Rutherford estaba «siempre orando, siempre predicando, siempre visitando enfermos, siempre enseñando, siempre escribiendo y estudiando». ¡Por supuesto, esto es posible cuando usted se levanta a las 3:00 cada mañana!

Sin embargo, sus primeros años en Anwoth, estuvieron llenos de pruebas y tristezas. A los cinco años de matrimonio, su esposa enfermó y murió un año más tarde. Dos hijos también murieron en este período. No obstante, Dios usó este tiempo de sufrimiento, que preparó a Rutherford para alentar a los afligidos.

La predicación de Rutherford era incomparable. Aunque no era buen orador, sus mensajes causaban gran impacto. Un comerciante inglés dijo de él: «Yo vine a Irvine, y oí a un bien dotado anciano de larga barba (Dickson), que me mostró el estado de mi corazón. Luego fui a St. Andrews, donde oí a un hombre dulce de majestuosa mirada (Blair), que me mostró la majestad de Dios. Después de él oí a un pequeño hombre justo (Rutherford), y él me mostró el encanto de Cristo».

En 1636 Rutherford publicó « Apología de la Gracia Divina», un libro en defensa de las doctrinas de la gracia. Esto lo puso en conflicto con las autoridades de la Iglesia que eran dominadas por el Episcopado inglés. Fue llamado ante la Alta Corte, privado de su oficio ministerial y desterrado a la ciudad de Aberdeen.

Este exilio fue una penosa condena para el querido pastor. Era insufrible para él estar separado de su congregación. Sin embargo, aunque era severa e injusta la sentencia, no lo descorazonó. En una de sus cartas, escrita cuando se dirigía a Aberdeen, dice: «Voy al palacio de mi rey a Aberdeen; ni lengua, ni pluma, ni ingenio, pueden expresar mi gozo». Luego, al llegar a su destino, escribió: «No obstante ser esta ciudad mi prisión, con todo, Cristo hizo de ella mi palacio, un jardín de deleites, un campo y huerto de delicias».



Su vida después del exilio

En 1638, los forcejeos entre el Parlamento y el Rey en Inglaterra, y el Presbiterianismo vs. el Episcopado en Escocia culminaron en eventos importantes para Rutherford. En la confusión de los tiempos, él se aventuró fuera de Aberdeen y volvió a su querido Anwoth, tras 17 meses de confinamiento. Pero no fue por mucho tiempo. La Iglesia de Escocia tuvo una Asamblea General ese año, restaurando totalmente el Presbiterianismo al país. Además, designaron a Rutherford Profesor de Teología de St. Andrews, aunque él exigió que se le permitiera predicar por lo menos una vez a la semana.

La Asamblea de Westminster empezó sus famosas reuniones en 1643, y Rutherford fue uno de los cinco comisionados escoceses invitados a asistir a los procedimientos. Aunque a los escoceses no les fue permitido votar, ellos tuvieron una influencia que excedía lejos su número. Se piensa que Rutherford tuvo una gran influencia en el Catecismo Breve.

Durante este período en Inglaterra, Rutherford escribió su obra «Lex Rex» o «La Ley, el Rey». En este libro abogó por el gobierno limitado, y por las limitaciones sobre la idea general del derecho divino de los reyes.

Cuando la monarquía fue restaurada en 1660, era claro que el autor de «Lex Rex» tendría problemas. Cuando vino la convocatoria en 1661, fue acusado de traición, y se demandó su comparecencia ante el tribunal, pero Rutherford se negó a ir. El Señor le dio otra salida, pues lo llamó a su presencia. Desde su lecho de muerte, contestó a sus acusadores: «Yo debo atender mi primer citatorio; antes de que vuestro día llegue, yo estaré donde pocos reyes y grandes gentes van».

Rutherford murió el 20 de marzo de 1661, a los 61 años de edad. Sus últimas palabras fueron: «Gloria, gloria, mora en la tierra de Emanuel». En 1842 se levantó a su memoria un monumento en piedra, llamado «el monumento de Rutherford», en la granja de Boreland, en la parroquia de Anwoth, a un par de kilómetros de donde él predicaba.



Las cartas desde Aberdeen

Ahora bien, ¿qué de esta vida es lo que llega con más fuerza hasta nosotros 350 años después? No son sus logros académicos, ni su valor en la defensa de la recta doctrina. Lo que nos atrae es aquella brecha que se abrió en su corazón durante su encierro en Aberdeen, que dejó escapar tan grato olor de Cristo. Durante los 17 meses de su encierro, Rutherford tuvo sus labios sellados; no obstante, su corazón desbordó de buenas palabras.

En efecto, una caudalosa corriente de vida fluyó maravillosamente desde su palacio-prisión, a través de cerca de 219 cartas. Más tarde se agregaron otras 143 que fueron seleccionadas por su secretaria después de su muerte. En 1664 fueron publicadas bajo el pintoresco título: «Josué redivivo, o Cartas del Sr. Rutherford, divididas en dos partes». Sus cartas son consideradas hoy como un clásico cristiano, comparable a «El Peregrino», de Juan Bunyan. Desde aquella fecha, durante tres siglos, han sido publicadas en más de 30 ediciones diferentes, algunas de las cuales fueron reeditadas muchas veces.

Rutherford escribió otros libros. Uno de sus escritos teológicos le granjeó el ofrecimiento de la Cátedra de Teología en la Universidad de Utrecht. Pero tanto ésta como otras varias de sus obras han sido casi olvidadas; sin embargo el Señor permitió que Rutherford continuase viviendo hoy en un libro que él ni siquiera se propuso escribir: sus Cartas.

Un erudito cristiano ha dicho que la mayor parte de los libros de Rutherford tienen su recuerdo «solamente en el cementerio de la historia», y agrega: «Del ruido del mercado pasamos a la soledad reclusa e iluminada por las estrellas de aquellas cartas, las cuales la tradición cristiana, desde Baxter hasta Spurgeon, a una voz han proclamado como seráficas y divinas». Richard Baxter, «el principal de los eruditos protestantes ingleses», afirmó respecto de las Cartas de Rutherford: «Con excepción de la Biblia, el mundo nunca ha visto un libro como ese».

Richard Cecil, prominente cristiano del siglo XVIII, hizo el siguiente comentario sobre Rutherford: «Él es uno de mis clásicos favoritos; es realmente auténtico».

No podemos dejar de preguntar: ¿Cómo la correspondencia particular de este siervo del Señor fue conservada a través de los años? ¿Por qué motivo su formidable erudición jamás le proporcionó lo que sus cartas realizaron? La respuesta es simple: el Señor quiso preservarlas y no permitió que ellas desaparecieran.

La razón de fondo tiene algo que ver con el modo como nuestro Señor acostumbra tratar con sus siervos. Parece que fue del agrado del Señor usarlas para establecer una gran ilustración de esta verdad de oro: «Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida» (2 Co.4:11-12).

La obra del Señor nunca fue hecha a medias. Si él permite que la muerte opere en otros, ¡ella va siempre acompañada por la «vida en nosotros»! Él planeó la prisión de Pablo en Roma, así como estas hermosas «Epístolas de la Prisión» para nosotros. Él dio a Juan la isla de Patmos, y, al mismo tiempo, nos dio la revelación de Jesucristo a través del último y grandioso libro de la Biblia. Él hizo que George Matheson, otro gran predicador escocés, quedase ciego; sin embargo, nosotros somos enriquecidos por sus bellos himnos. Oigamos las palabras de Matheson: «El calabozo de José es el camino para el trono de José. Tú no puedes alzar la carga de hierro de tu hermano si el hierro no ha penetrado en ti».

De la misma forma, si nuestro Señor no libró a Rutherford de la «muerte» y lo envió a Aberdeen, ¿puede alguien imaginar que el Señor rehusaría la «vida», no dándola a nosotros? A causa de la prisión de Rutherford, es verdad que su predicación de Cristo a ciertas congregaciones fue silenciada por algún tiempo, pero fue sólo para dar lugar a un ministerio de Cristo que viene siendo desde entonces una bendición y aliento para las generaciones del pueblo de Dios. El propio Rutherford, en una carta a su compañero de sufrimiento, Robert Blair, lo expresó certeramente: «El sufrimiento es el otro lado de nuestro ministerio, claramente el más difícil».



«¡Oh, si viésemos la belleza de Jesús y presintiésemos la fragancia de su amor, correríamos a través del fuego y del agua para estar con él!» Samuel Rutherford

 

DAVID BRAINERD

(1718-1747)

 

 

Cierto joven de cuerpo enjuto, pero con un alma en que ardía el fuego del amor encendido por Dios, se encontró un día en una floresta que él no conocía. Era tarde y el sol ya declinaba hasta desaparecer en el horizonte, cuando el viajero, cansado por el largo viaje, divisó las espirales de humo de las hogueras de los indios pieles rojas. Después de apearse de su caballo y amarrarlo a un árbol, se acostó en el suelo para pasar la noche, orando fervorosamente. Sin que él se diera cuenta, algunos pieles rojas lo siguieron silenciosamente, como serpientes, durante la tarde. Ahora estaban parados detrás de los troncos de los árboles para desde allí contemplar la escena misteriosa de una figura de rostro pálido, que sólo, postrado en el suelo, clamaba a Dios.

 

Los guerreros de la villa decidieron matarlo sin demora, pues decían que los blancos les daban agua ardiente a los pieles rojas para embriagarlos y luego robarles las cestas, las pieles de animales, y por último, adueñarse de sus tierras. Pero después que rodearon furtivamente al misionero, que postrado en el suelo oraba, y oyeron como clamaba al Gran Espíritu, insistiendo en que les salvase el alma, ellos se fueron, tan secretamente como habían venido.

Al día siguiente el joven, que no sabía lo que había sucedido a su alrededor la tarde anterior mientras oraba entre los árboles, fue recibido en la villa en una forma en que él no esperaba. En el espacio abierto entre los Wigwams (barracas de pieles), los indios rodearon al joven, quien con el amor de Dios ardiéndole en el alma, leyó el capitulo 53 de Isaías. Mientras predicaba, Dios respondió a su oración de la noche anterior y los pieles rojas escucharon el sermón con lágrimas en los ojos. Ese joven, rostro pálido se llamaba David Brainerd. Nació el 20 de abril de 1718. Su padre falleció cuando David tenía nueve años de edad, y su madre, que era hija de un predicador, falleció cuando él tenía catorce años.

 

Acerca de su lucha con Dios en el período de su conversión, a la edad de veinte años, él escribió: “Dediqué un día para ayunar y orar, y lo pasé clamando a Dios casi incesantemente, pidiéndole misericordia y que me abriese los ojos para ver la enormidad del pecado y el camino para la vida en Jesucristo…No obstante, continué confiando en las buenas obras…Entonces, una noche caminando por el campo, me fue dada una visión de la enormidad de mi pecado, pareciéndome que la tierra se fuese a abrir bajo mis pies para sepultarme y que mi alma iría al infierno antes de llegar a casa…Cierto día estando yo lejos del colegio, en el campo, orando completamente solo, sentí tanto gozo y dulzura en Dios, que si yo debiese quedar en este mundo vil, quería permanecer contemplando la gloria de Dios. Sentí en mi alma un profundo amor ardiente hacia todos mis semejantes y anhelaba que ellos pudiesen gozarlo mismo que yo gozaba.”

“Poco después, en el mes de agosto, me sentí tan débil y enfermo como resultado de un exceso de estudio, que el director del colegio me aconsejó que volviese a mi casa. Estaba tan flaco que hasta tuve algunas hemorragias. Me sentí muy cerca de la muerte, pero Dios renovó en mí el reconocimiento y el gusto por las cosas divinas. Anhelaba tanto la presencia de Dios, así como liberarme del pecado, que al mejorar, prefería morir a tener que volver al colegio y alejarme de Dios…!OH, una hora con Dios excede infinitamente a todos los placeres del mundo!”

 

En efecto, después de volver al colegio, el espíritu de Brainerd se enfrió, pero el gran avivamiento de esa época alcanzó la ciudad de New Haven, el colegio de Yale y el corazón de David Brainerd. El tenía la costumbre cada día de escribir una relación de los acontecimientos más importantes de su vida ocurridos durante el día. Y es por esos diarios que escribió para leerlos únicamente él y no para publicarlos, que hemos llegado a enterarnos de su vida íntima, de profunda comunión con Dios. Los pocos párrafos que ofrecemos a continuación son sólo muestras de lo que escribió en muchas páginas de su diario, y exponen algo de su lucha con Dios en la época que se preparaba para el ministerio.

“Repentinamente sentí horror de mi propia miseria. Entonces clamé a Dios, pidiéndole que me purificase de mi extrema inmundicia. Después, la oración adquirió un valor precioso para mí. Me ofrecí con gozo para pasar los mayores sufrimientos por la causa de Cristo, aunque me desterraran entre los paganos, con tal de poder ganar sus almas. Entonces Dios me concedió el espíritu de luchar en oración por el reino de Cristo en el mundo. Muy temprano en la mañana me retiré para la floresta y se me concedió fervor para rogar por el progreso del reino de Cristo en el mundo. Al mediodía aún combatía, en oración a Dios, y sentía el poder del amor divino en la intersección.”

 

“Pasé el día en ayuno y oración, implorando que Dios me preparase para el ministerio y me concediese el auxilio divino y su guía, y me enviase a la mies el día que él designase. A la mañana siguiente sentí poder para interceder por las almas inmortales y por el progreso del reino del querido Señor y Salvador en el mundo… Esa misma tarde Dios estaba conmigo de verdad. ¡Qué bendita es su compañía! El me permitió agonizar en oración hasta quedar con la ropa empapada de sudor, a pesar de encontrarme a la sombra y de que soplaba una brisa fresca. Sentía mi alma extenuada grandemente por la condición del mundo: me esforzaba por ganar multitudes de almas. Me sentía más afligido por los pecadores que por los hijos de Dios. Sin embargo, anhelaba dedicar mi vida clamando por ambos.”

 

“Pasé dos horas agonizando por las almas inmortales. A pesar de ser muy temprano todavía, mi cuerpo estaba bañado en sudor…Si tuviese mil vidas, con toda mi alma las habría dado todas por el gozo de estar con Cristo…” “Dediqué todo el día para ayunar y orar, implorando a Dios que me diese su guía y su bendición para la gran obra que tengo delante, la de predicar el evangelio. Al anochecer, el Señor me visitó maravillosamente durante la oración; sentí mi alma angustiada como nunca…sentí tanta agonía que sudaba copiosamente. ¡OH cómo Jesús sudó sangre por las pobres almas! Yo anhelaba sentir más y mas compasión por ellas.”

 

”Llegué a saber que las autoridades esperan la oportunidad de prenderme y encarcelarme por haber predicado en New Haven. Esto me contrarió y abandoné toda esperanza de trabar amistad con el mundo. Me retiré para un lugar oculto en la Floresta y presenté el caso al Señor.”

 

Después de completar sus estudios para el ministerio escribió: “Prediqué el sermón de despedida ayer por la noche. Hoy por la mañana oré en casi todos los lugares por donde anduve, y después de despedirme de mis amigos, inicié el viaje hacia donde viven los indios.”

 

Estas notas del diario de Brainerd revelan en parte, su lucha con Dios mientras se preparaba para el ministerio. Uno de los mayores predicadores de aquellos días, refiriéndose a ese diario declaró: “Fue Brainerd quien me enseñó a ayunar y orar. Llegué a saber que se consigue más mediante el contacto cotidiano con Dios que por medio de las predicaciones.”

Al iniciar la historia de la vida de Brainerd, ya relatamos como Dios le concedió entrada entre los feroces pieles rojas, en respuesta a una noche de oración postrado en tierra en medio de la floresta. Pero a pesar de que los indios le dieron amplia hospitalidad, concediéndole un sitio para dormir entre un poco de paja, y escucharon el sermón conmovidos, Brainerd no se sintió satisfecho y continuó luchando en oración, como lo revela su diario: “Sigo sintiéndome angustiado, esta tarde le prediqué a la gente, pero me sentí más desilusionado que antes acerca de mi trabajo; temo que no va a ser posible ganar almas entre estos indios. Me retiré y con toda mi alma pedí misericordia, pero sin sentir ningún alivio.”

 

“Hoy cumplí veinticinco años de edad. Me dolía el alma al pensar que he vivido tan poco para la gloria de Dios. Pasé el día solo en la floresta derramando mis quejas delante del Señor. Cerca de las nueve salí para orar en el bosque. Después del mediodía percibí que los indios estaban preparándose para una fiesta y una danza…Durante la oración sentí el poder de Dios y mi alma extenuada como nunca antes. Sentí tanta agonía e insistí con tanta vehemencia que al levantarme solo pude andar con dificultad. El sudor me corría por el rostro y por el cuerpo. Me di cuenta de que los pobres indios se reunían para adorar demonios y no a Dios; ese fue el motivo por el cual clamé a Dios que se apresurase a frustrar la reunión idólatra. Así pasé la tarde, orando sin cesar, implorando el auxilio divino para no confiar en mi mismo. Lo que experimenté mientras oraba fue maravilloso. Me parecía que no había nada de importancia en mí a no ser santidad de corazón y vida, y el anhelo por la conversión de los paganos a Dios. Todas mis preocupaciones se desvanecieron, mis recelos y mis anhelos todos juntos me parecían menos importantes que el soplo del viento. Anhelaba que Dios adquiriese para sí un nombre entre los paganos y le hice mi apelación con la mayor osadía, insistiendo que él reconociese que esa sería mi mayor alegría. En efecto, a mí no me importaba dónde o cómo vivía, ni las fatigas que tenía que soportar, con tal que pudiese ganar almas para Cristo. En esa forma continué implorando toda la tarde y toda la noche.”

 

Así revestido, Brainerd regresó del bosque por la mañana para enfrentar a los indios, seguro de que Dios estaba con él, como estuviera con Elías en el monte Carmelo. Al insistir con los indios para que abandonasen la danza, estos en vez de matarlo, desistieron de la orgía y escucharon su sermón por la mañana y por la tarde. Después de sufrir como pocos sufren, después de esforzarse de noche y de día, después de pasar innumerables horas en ayuno y oración, después de predicar la palabra a tiempo y fuera de tiempo, por fin se abrieron los cielos y cayó el fuego. Las siguientes transcripciones de su diario describen algunas de esas experiencias gloriosas:

“Pasé la mayor parte del día orando, pidiendo que el Espíritu Santo fuese derramado sobre mi pueblo…oré y alabé al señor con gran osadía, sintiendo en mi alma enorme carga por la salvación de esas preciosas almas. Diserté a la multitud extemporáneamente sobre Isaías 53:10: Con todo eso Jehová quiso quebrantarlo. Muchos de los oyentes entre la multitud de tres a cuatro mil personas quedaron conmovidos, al punto que se escuchó un gran llanto como el llanto de Adradimón.”

 

“Mientras yo iba a caballo, antes de llegar al lugar donde debía predicar, sentí que mi espíritu era restaurado y mi alma revestida de poder para clamar a Dios, casi sin cesar, por muchos kilómetros seguidos. En la mañana les prediqué a los indios de donde nos hospedamos. Muchos se sintieron conmovidos y, al hablarles acerca de la salvación de su alma, las lágrimas les corrían abundantemente y comenzaron a sollozar y a gemir. Por la tarde volvía al lugar donde acostumbraba predicarles; me escucharon con la mayor atención casi hasta el fin. La mayoría no pudo contenerse de derramar lágrimas ni de clamar con amargura. Cuanto mas les hablaba del amor y la compasión de Dios, que llegó a enviar a su propio hijo para que sufriera por los pecados de los hombres, tanto más aumentaba la angustia de los oyentes. Fue para mí una sorpresa notar como sus corazones parecían traspasados por el tierno y conmovedor llamado del evangelio, antes de que yo profiriese una única palabra de terror. “

 

“Prediqué a los indios sobre Isaías 53:3-10. Un gran poder acompañaba a la palabra y hubo una marcada convicción entre el auditorio; sin embargo, esta no fue tan generalizada como el día anterior. De todas maneras la mayoría de los oyentes se sintieron muy conmovidos y profundamente angustiados; algunos no podían caminar, ni estar de pie, y caían al suelo como si tuviesen el corazón traspasado y clamaban sin cesar pidiendo misericordia…Los que habían venido de lugares distantes, luego quedaron convencidos por el Espíritu de Dios.”

 

“En la tarde prediqué sobre Lucas 15:16-23. Había mucha convicción visible entre los oyentes mientras yo predicaba; pero después, al hablarles en forma particular a algunos que se mostraban conmovidos, el poder de Dios descendió sobre el auditorio como un viento recio que soplaba y barrió todo de una manera espectacular. Me quedé en pie, admirado por la influencia de Dios que se apoderó casi totalmente del auditorio. Parecía, más que cualquier otra cosa, la fuerza irresistible de una gran corriente de agua, o un diluvio creciente, que derrumbaba y barría todo lo encontraba a su paso. Casi todos los presentes oraban y clamaban pidiendo misericordia, y muchos no podían permanecer en pie. La convicción que cada uno sentía era tan grande que parecían ignorar por completo a las personas que estaban a su alrededor, y cada uno continuaba orando y rogando por sí mismo. Entonces recordé a Zacarías 12:10-12 porque había un gran llanto como el llanto de Hadadrimón, pues parecía que cada uno lloraba aparte.”

 

“Fue un día muy semejante como el día en que Dios mostró su poder a Josué (Josué 10:14) porque fue un día diferente a cualquier otro que yo hubiese presenciado jamás, un día en que Dios hizo mucho para destruir el reino de las tinieblas entre ese pueblo. ”

 

Es difícil reconocer la magnitud de la obra de David Brainerd entre las diversas tribus de indios, en medio de las florestas, él no entendía el idioma de ellos. Para transmitirles directamente al corazón el mensaje de Dios tenía que encontrar a alguien que le sirviese de interprete. Pasaba días enteros simplemente orando para que viniese sobre él el poder del Espíritu Santo con tanto vigor que esa gente no pudiese resistir el mensaje. Cierta vez tuvo que predicar valiéndose de un intérprete que estaba tan embriagado que casi no podía mantenerse en pie; sin embargo, decenas de almas se convirtieron por ese sermón.

 

A veces andaba de noche perdido en el monte, bajo la lluvia y atravesando montañas y pantanos. De cuerpo endeble, se cansaba en sus viajes. Tenía que soportar el calor del verano y el intenso frío del invierno. Pasaba días seguidos sufriendo hambre. Ya comenzaba a sentir quebrantada su salud. En ese tiempo estuvo a punto de casarse (su novia fue Jerusha Edwards, hija de Jonathan Edwards) y establecer un hogar entre los indios convertidos, o regresar y aceptar el pastorado de una de las iglesias que lo invitaba. Pero el se daba cuenta de que no podía vivir, por causa de su enfermedad, más de uno o dos años, y entonces resolvió arder hasta el fin.

 

Así después de ganar la victoria en oración clamó: “Heme aquí Señor, envíame a mí hasta los confines de la tierra; envíame a los pieles rojas del monte; aléjame de todo lo que se llama comodidad en la tierra; envíame aunque me cueste la vida, si es para tu servicio y para promover tu reino…”

Luego añadió: “Adiós amigos y comodidades terrenales, aun los más anhelados de todos, si el Señor así lo quiere. Pasaré hasta los últimos momentos de mi vida en cavernas y cuevas de la tierra, si eso sirve para el progreso del reino de Cristo.”

 

Fue en esa ocasión que escribió: “Continuaré luchando con Dios en oración a favor del rebaño de aquí, y en especial por los indios de otros lugares hasta la hora de acostarme. ¡Cómo me dolió tener que gastar el tiempo durmiendo! Anhelaba ser una llama de fuego que ardiera cada momento en el servicio divino y edificar el reino de Dios, hasta el último momento, el momento de morir.”

 

Por fin, después de cinco años de viajes arduos por parajes solitarios, de innumerables aflicciones y de sufrir dolores incesantes en el cuerpo, David Brainerd, tuberculoso y con las fuerzas físicas casi enteramente agotadas, consiguió llegar a la casa de Jonathan Edwards. El peregrino ya había completado su carrera terrenal y esperaba solamente el carro de Dios que lo transportaría a la gloria, cuando estaba en su lecho de dolor, vio entrar a alguien con la Biblia en la mano y exclamó: ¡OH el libro amado! ¡Muy pronto voy a verlo abierto. Entonces sus misterios me serán revelados!

A medida que iban disminuyendo sus fuerzas físicas y su percepción espiritual iba en aumento, hablaba con más y más dificultad: “Fui hecho para la eternidad. Cómo anhelo estar con Dios y postrarme ante él. OH que el redentor pueda ver el fruto de la aflicción de su alma y quedar satisfecho. OH ven Jesús, ven pronto, amen” – y durmió en el Señor.

Después de ese acontecimiento la novia de Brainerd, Jerusha comenzó a marchitarse como una flor, y cuatro meses después fue a morar también en la ciudad celeste. A un lado de su tumba está la tumba de David Brainerd, y del otro lado, la de su padre, Jonathan Edwards.

 

Para David Brainerd, el deseo más ferviente de su vida era arder como una llama, por Dios, hasta el último momento como él mismo lo decía: “anhelo ser una llama de fuego, constantemente ardiendo en el servicio divino, hasta el último momento, el momento de fallecer.”

 

Brainerd acabó su carrera terrena a los 29 años. Sin embargo, a pesar de su debilidad física tan grande, hizo mucho más de lo que la mayoría de los hombres hacen en setenta años. Su biografía, escrita por Jonathan Edwards, y revisada por Juan Wesley, tuvo más influencia sobre la vida A. J. Gordon que ningún otro libro, excepto la Biblia. Guillermo Carey leyó la historia de su obra y consagró su vida al servicio de Cristo en las tinieblas de la india. Roberto McCheyne leyó su diario y pasó su vida entre los judíos. Enrique Martín leyó su biografía y se entregó por completo para consumirse en un periodo de seis años y medio, en el servicio de su Maestro, en Persia. Lo que David Brainerd escribió a su hermano, Israel, es para nosotros un desafío a la obra misionera:”Digo, ahora que estoy muriendo, que ni por todo lo que hay en el mundo, habría yo vivido mi vida de otra manera.”