Cómo debemos pensar acerca de la Providencia de Dios Por Thomas Boston

09.04.2014 00:30

 Thomas Boston

Boston nació en Duns, Escocia, en 1676, hijo de buenos padres presbiterianos. Una vez cuando era niño, incluso acompañó a su padre a la cárcel a causa de la falta de conformidad a la iglesia establecida de su padre. La misma conversión de Boston a Cristo llegó a la temprana edad de 11 años mientras estaba sentado bajo el ministerio de la predicación de Henry Erskine.

A la edad de 22 él era un predicador autorizado en la Iglesia de Escocia y ya escribia libros. En 1707 asumió el pastorado en la localidad escocesa meridional de Ettrick, donde permanecería hasta el momento de su muerte en 1732 a los 56 años.

Cómo debemos pensar acerca de la Providencia de Dios

1.      Tenga cuidado de andar esbozando excusas para su pecado a causa de la providencia de Dios; porque es cosa muy santa, y no es en modo alguno el causante de ningún pecado que puedas cometer. Todo pecado es un acto de rebelión contra Dios; una violación de su ley y estarás mereciendo su ira y maldición; por lo tanto (el pecado) no puede ser autorizado por un Dios infinitamente Santo, el cual es muy limpio de ojos como para contemplar la iniquidad sin odio ni aborrecimiento.
Aunque, mediante un decreto permisivo, haya permitido que la maldad moral sea sobre el mundo, sin embargo, esto no tiene una influencia sobre el pecador para hacerle cometer el pecado. Porque no es el propósito del decreto de Dios, el cual es un absoluto secreto para cada mortal,sino la satisfacción de sus propias lujurias e inclinaciones perversas, las cuales los hombres intentan y planean en sus mentes a fin de realizarlas.

2.      Tenga cuidado de no andar murmurando e impacientándose a causa de la dispensación de la providencia bajo la que hoy se encuentra; recordando  que nada se cae si no es por la sabia y santa providencia, la cual sabe muy bien que es lo justo y lo adecuado para ti. Y en todas las situaciones, incluso en medio de los incidentes más entristecedores que te estén aconteciendo, aprende a estarte sumiso bajo la voluntad de Dios, como lo hizo Job, cuando al final de una serie de las más atroces calamidades que le acontecieron  dijo “Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.” (Job.1:21). En el caso más preocupante di, junto con los discípulos, “Que se haga la voluntad del Señor” (Hechos.21:14)

3.      Tenga cuidado de las preocupaciones ansiosas, y del temor por su bienestar material en el mundo. Es nuestro Señor quien le advertía a sus seguidores: “Así que no se preocupen (se refiere a pensamientos de ansiedad y perplejidad) por todo eso diciendo: ¿Qué comeremos?, ¿qué beberemos?, ¿qué ropa nos pondremos?” (Mat.6:31). Nunca dejes que el miedo a los hombres te detenga de lo que es tú deber (Mat.10:28-29). Pero dejen que sus almas aprendan a confiar en Dios, quien guía y supervisa todos los eventos y administraciones de la providencia, cualesquiera que sean las manos destinadas para que se cumpla.

4.      No tenga en poco a los medios, viendo que Dios obra  a través de ellos; y Él, ya habiendo designado el final, ordena los medios necesarios para alcanzarlo. No descanse en los medios, porque ellos no pueden hacer nada sin Dios (Mat.4:4). No se desespere si no hubieran medios, porque Dios puede obrar sin ellos tan bien como puede hacerlo con ellos. “Mas de la casa de Judá tendré misericordia, y los salvaré por Jehová su Dios; y no los salvaré con arco, ni con espada, ni con batalla, ni con caballos ni jinetes.” (Oseas 1:7). Si los medios fueran inestables (improbables), Él puede obrar por encima de ellos “Y la fe de Abraham no se debilitó a pesar de que él reconocía que, por tener unos cien años de edad, su cuerpo ya estaba muy anciano para tener hijos, igual que el vientre de Sara.” (Rom.4:19). Si los medios fueran adversos, Él todavía puede obrar por medio de ellos, de la misma manera en qué salvó a Jonás con el pez que a su vez lo tragó. Ese pez se tragó al profeta, pero por  dirección de la providencia, lo vomitó sobre tierra firme.

5.      Por último, bienaventurado el pueblo cuyo Dios es el Señor: porqué todas las cosas les ayudarán a bien. Se sentirán seguros en el ejercicio de su fe, que se haga Su voluntad. Tienen buenas razones para orar; porque Dios, es un Dios que escucha las oraciones, y siempre estará mirando (cuidando) sobre su pueblo, así como por todas sus necesidades. Y tienen tierra firme para el más grande aliento y consuelo en medio de todos los eventos de la providencia, viendo que son gestionados por su Dios del pacto y amigo lleno de gracia, quien nunca descuidará ni pasará por alto a su amado pueblo y todo lo que les concierna. Por cuanto ha dicho “No te desampararé, ni te dejaré” (Heb.13:5).

 

Trabajo de Traduccion Mariano Leiras

trabajo de edicion Sebastian Santa Maria