Filipina de Luns. (valor heroico en vasos frágiles)

10.07.2013 01:40
 
La causa única de todas estas penas y tormentos era la fe en la Sagrada Escritura. He aquí el extracto del interrogatorio de una joven viuda llamada, Filipina de Luns. Presa en una reunión que tenía lugar en la calle de Santiago, manifestó en todo el curso de su proceso un valor y una presencia de espíritu admirables. Preguntada si creía en la doctrina papal, respondió: "Yo sólo quiero creer lo que está escrito en el Antiguo y en el Nuevo Testamento."
—¿No queréis participar del sacramento de la hostia?
—Yo sólo quiero hacer lo que mi Señor Jesucristo me manda.
—¿Desde cuándo no os habéis confesado con un sacerdote?
—No lo sé; pero cada día confieso a Dios mis pecados, y no creo que Jesucristo haya mandado otra confesión, porque sólo El tiene el poder de perdonar los pecados.
—¿Qué pensáis de las oraciones dirigidas a la Virgen y a los santos?
—Tratándose de oraciones, yo solamente sé lo que Dios me ha enseñado; es decir, que debo invocar a Dios solo, en el nombre de su Hijo Jesucristo, y a nadie más.
—¿Qué pensáis de las imágenes?
—Pienso que no les es debido ni honor ni culto.
—¿De quién habéis aprendido estas cosas?
—Las he aprendido en el Nuevo Testamento; por lo que mira al poder que el Papa se atribuye, yo no he visto acerca de él ni una palabra en el Nuevo Testamento.
Después de este interrogatorio fue condenada la joven a la tortura y a la hoguera. La vista de los verdugos la asustó tan poco, que dijo sonriendo dulcemente: "He dejado las vestiduras de mi luto, y me he engalanado para ir al encuentro de mi celestial esposo." Cortáronle la lengua y le chamuscaron los pies y el rostro, y al fin fue estrangulada y quemada junto con sus dos compañeros de suplicio, Nicolás Clivet, anciano de setenta y un años, y un joven llamado Cravelle. Soportaron estos tormentos con tal firmeza, que un cronista, al contarlos, exclama: "Ha sido éste un triunfo maravilloso, porque Dios ha mostrado de una manera visible cuan poderoso es para dar a la juventud firmeza y a la ancianidad fortaleza, y para poner en una mujer débil y delicada un valor heroico, cuando le place manifestar en sus elegidos su gloria y su divinidad."
 
fracmento tomado del libro (los hugonotes, triunfos del evangelio)