Matthew Henry sobre (1 Juan 5:7–8)

18.05.2013 17:09

 

Matthew Henry
 
Matthew Henry (1662–1714), el comentarista no conformista de la Biblia nacido en Gales, ‘era un ministro ortodoxo, fiel, humilde y devoto del evangelio, un afectuoso pastor de almas y un sabio padre espiritual. [Era] famoso por su Exposición del Antiguo y el Nuevo Testamento, hoy conocida comúnmente como los Comentarios de Matthew Henry… El valor de sus Comentarios yace no en su énfasis crítico sino en el práctico y devocional’.
 
Henry no se desentendía del respaldo en manuscritos griegos de 1 Juan 5:7–8, pero al respecto dice: ‘Se alega que muchos manuscritos griegos antiguos no lo tienen. No entraremos aquí en la controversia. Parecería que los críticos no concuerdan en qué manuscritos lo incluyen y cuáles no; tampoco nos informan suficientemente sobre la integridad y el valor de los manuscritos que consultan… Pero dejemos que los prudentes compaginadores de copias se ocupen de ese asunto. Hay algunas conjeturas racionales que parecen sustentar el texto y la lectura actuales’.11 En este sentido, Henry aporta varias ‘conjeturas racionales’: 
 
(1.) Si [omitimos] el vers. 7, [el vers. 8] parece también una … repetición de lo que se incluyó en el vers. 6… Esto no llega a conceder una introducción tan noble de estos tres testigos como lo hace nuestra lectura actual. 
 
(2.) Se observa que en muchas copias se lee esa cláusula distintiva, en la tierra: tres son los que dan testimonio en la tierra. Ahora bien, esto conlleva una visible oposición a algún testigo o testigos en otro lado, y en consecuencia, nos dicen los adversarios del texto, debe suponerse que esta cláusula ha sido omitida en la mayoría de los libros que requieren el vers. 7. Pero por el mismo motivo esto debería ser así en todos. Tomemos el vers. 6… No se agregaría ahora en forma natural y apropiada, Tres son los que dan testimonio en la tierra, a menos que debamos suponer que el apóstol quiere decirnos que todos los testigos lo son en tanto están en la tierra, cuando no obstante nos asegura que uno es infaliblemente verdadero, o incluso la verdad misma.
 
(3.) Se observa que hay una variedad de lecturas incluso en el texto griego…
 
(4.) El versículo séptimo es muy coincidente con el estilo y la teología de nuestro apóstol… Es entonces sumamente apropiado al lenguaje y al evangelio de este apóstol mencionar al Espíritu Santo como testigo de Jesucristo. Entonces...
 
(5.) Era mucho más fácil que un transcriptor, por desviar la vista, o por la obscuridad de la copia, borrada o indescifrable en la parte superior o inferior de una página, o desgastada en el tipo de materiales en los que se escribía en la antigüedad, perdiera y omitiera la página, y no que un interpolador la inventara y la insertara. Debería ser muy audaz e imprudente quien esperara escapar de la detección y la vergüenza; y también profano, quien se atreviera a hacer un añadido en un libro que se supone sagrado. Y además...
 
(6.) Difícilmente pueda suponerse que, cuando el apóstol representa la fe del cristiano en la conquista del mundo y los cimientos en los que se basa para su adhesión a Jesucristo, y el testimonio diverso que se ha dado de Jesucristo en el mundo, debería omitir el testimonio supremo que lo ha acompañado, especialmente cuando consideramos que su intención era inferir, tal como lo hace (versículo 9)… Ahora bien, en los tres testigos en la tierra no están ni todos los testigos de Dios, ni ciertamente un testigo que sea verdadera e inmediatamente Dios. Los oponentes antitrinitarios al texto negarán que individualmente el Espíritu, o el agua, o la sangre, sea Dios mismo; pero, en nuestra lectura actual, hay aquí una noble enumeración de los varios testigos y testimonios que fundamentan la verdad del  Señor Jesús y la divinidad de su institución. He aquí el más excelente resumen o compendio de los motivos para la fe en Cristo, de las credenciales que el Salvador trae consigo y de las evidencias de nuestra Cristiandad que pueda 
encontrarse, pienso yo, en el libro de Dios, motivo por el cual, incluso renunciando a la doctrina de la divina Trinidad, el texto merece plena aceptación.
 
 
‘Con estos fundamentos racionales de nuestro lado’, dice Henry, ‘avanzamos’.13 Luego continúa con un análisis del pasaje en sí, con su ‘trinidad de testigos celestiales’,14 y finaliza esta sección afirmando que ‘De estos tres testigos (que son más diferentes que los tres anteriores) no se dice propiamente tanto que sean uno como que son para uno, que son para un único y mismo propósito y causa, o que concuerdan en uno, en una y la misma cosa entre sí y en el mismo testimonio con quienes testimonian desde el cielo.

(tomado de sus comentarios)