Días de Ayuno y Oración en la tradición Reformada. (Daniel Hyde)

14.09.2014 17:11

 

En homenaje al día nacional de acción de gracias aquí en los Estados Unidos, pienso que sería benéfico decir alguna cosa al respecto de los días de ayuno y oración en la tradición reformada –que ha tenido como finalidad el arrepentimiento o acción de gracias. También pretendo presentar algunas razones de por qué esa práctica, además  de benéfica, no se acostumbra a ser practicada tanto como lo debería ser en nuestro tiempo.    

 

Un Poco de Historia.

 

Primero, quiero presentar una visión general de la historia de los días de ayuno y oración. Esos días eran prácticas de la iglesia de Cristo desde la iglesia primitiva. En nuestra tradición reformada, se lee que las iglesias Reformadas de Suiza (por ejemplo las Ordenanzas Eclesiásticas de Ginebra), Dinamarca, Francia, e Inglaterra participaban  de forma activa de esa práctica, tanto en tiempos de gran bendición, como en épocas de calamidades. Un testimonio de ese hecho en la tradición en la que yo sirvo como ministro, que es la tradición Reformada Holandesa, es la oración: “una confesión general de pecados, y la oración que antecede al sermón, en los días de ayunos y oración”. (Psalter Hymnal, pág. 181). Esa oración era una aplicación del artículo 66 del orden de la iglesia del sínodo de Dort que dice:

 “En tiempos de guerra, epidemias, grandes persecuciones contra la iglesia, y otras situaciones aflictivas, los ministros de la iglesia deben solicitar al gobierno el ejercicio de su autoridad y ordenar al pueblo que marque y separe ías de ayunos y oración” (art 66).    

En nuestro contexto, ahora, se guardan como día de Oración el segundo miércoles de Marzo, para celebrar la cosecha, o el día nacional de oración (Primer jueves de Mayo).

 

La Enseñanza de las Confesiones.

Las Confesiones Reformadas también reconocen ese tipo de actividad, y nos describen como observarlas, en la segunda confesión Helvetica, publicada por Heinrich Bullinger en 1566, el contrasto una vida de embriagues con una vida de ayuno:

“El ayuno es la abstinencia y la moderación de los apetitos, y la vigilancia y la disciplina de nuestra carne, empleadas a favor de alguna necesidad presente, por medio de las cuales nos humillamos delante de Dios, y privamos a la carne de las cosas que ella aprecia, a fin de que se torne más dispuesta a la obediencia con mayor facilidad al Espíritu. Por esa razón, aquellos que no prestan atención a esas cosas de hecho no ayunan. Ellos piensan que si, llenan el estomago una vez al día están ayunando, y cuando por cierto tiempo se abstienen de ciertos alimentos, piensan que de esa forma agradan a Dios y obtienen meritos junto a Él. El ayuno es una ayuda para la oración de los santos y para todas las virtudes; pero los ayunos en los que los Judíos se abstenían de alimentos, pero no abandonaban la perversidad, no agradaban a Dios en nada, como podemos ver en los libros de los Profetas”.

Ayunar de acuerdo con Bullinger, es privar algo al cuerpo con el objetivo de servir al Espíritu. Después de definir así al ayuno, Bullinger prosigue haciendo distinción entre ayuno públicos y particulares y la necesidad de ambos.

“Pero el ayuno puede ser tanto público como privado. Antiguamente se celebraban ayunos públicos en tiempos difíciles, y cuando la iglesia pasó momentos de angustia. había abstinencia de alimentos desde el atardecer, y se entregaban a sí mismos, todo ese tiempo, a las santas oraciones, la adoración de Dios, y al arrepentimiento, con gemidos y lamentaciones. Se menciona con frecuencia de estas ocasiones en los profetas, y sobre todo en el segundo capítulo de Joel. Debería ser ese el ayuno practicado por la iglesia en nuestros días, en tiempos de angustia. Ayunos personales son practicados por cada uno de nosotros, cuando sentimos el espíritu débil dentro de nosotros, porque de esa manera apartamos todo aquellos que podría nutrir y fortalecer la carne”.

   Bullinger aplico en sus propios días aquellos que había acontecido en la antigüedad, diciendo que el pueblo de Dios no solo “celebra ayunos públicos” en “días pasados” durante los tiempos de tribulación, pero “en nuestros días” esos ayunos “deberían ser observados” por nosotros. Por último, Bullinger describe la actitud del verdadero ayuno cristiano de la siguiente forma:

“todo ayuno debe proceder de un espíritu libre y voluntario, y verdaderamente humillado, y no debe provenir del deseo de aplauso y de ser visto por los hombres, mucho menos con el fin de justificarse por medio de él, pero que todos los ayunos tengan la finalidad de despojar la carne de aquello que le agrada, a fin de servir con mas celo a Dios”.

El ayuno no es imposición de Dios o de la iglesia, sino el trabajo libre y voluntario del cristiano, “para que sirva a Dios con mas celo”.

Más tarde, en 1615, James Ussher redacto los artículos de la religión Irlandesa para expresar la fe Puritana de Irlanda. Tres de los 104 artículos trataban del ayuno. El artículo 49 se refiere a las circunstancias que  provocan esos días de ayuno, humillación y oración:

Cuando el Dios omnipotente nos castiga con aflicciones, o alguna gran calamidad nos sobreviene, o cualquier otra causa lo requiera, es nuestro deber humillarnos con ayuno, para lamentar nuestros pecados con pesar en nuestro corazón. Y dedicarnos a la oración ferviente, para que Dios aparte de nosotros su ira, o nos honre dándonos de su gracia que tanto necesitamos.  

Ussher pasa a describir el ayuno como “evitar alimento, bebida, y cualquier otro tipo de comida o placer corporal, durante el tiempo estipulado para ayunar” (art. 50). El prosigue describiendo la actitud interna de aquel que ayuna:

No debemos ayunar pensando que nuestro ayuno nos ara entrar en el cielo, o que atribuirá santidad a nuestro esfuerzo, Dios no reconoce nuestro ayuno por el hecho en si (abstenerse de alimento, por si, es algo moralmente neutro) pero él tiene en consideración como el corazón es influenciado por esa práctica. Por eso, es necesario antes de cualquier otra cosa, limpiar nuestro corazón del pecado, y entonces dirigir nuestro ayuno, a los fines que Dios reconocerá como buenos: que la carne sea de esa forma azotada, que el espíritu se vuelva más fervoroso en la oración, y que nuestro ayuno pueda volverse un testimonio de nuestra humildad sumisión a la majestad de Dios. Eso ocurre cuando reconocemos los pecados que cometemos contra él, y nos entristecemos en lo íntimo de corazón, expresando ese mismo sentimiento afligiendo nuestro cuerpo.  

Da misma forma que Bullinger, Ussher veía el ayuno como un medio exterior por medio de cual el alma se vuelve más dócil, más amable al trabajo del Espíritu.

La confesión de Westminster sigue bien de cerca el parecer de Ussher, mencionando brevemente el ayuno en el contexto de la adoración pública: “la lectura de las Escrituras, con temor reverente, la solida predicación, el escuchar conscientemente la palabra, en obediencia a Dios, con entendimiento, fe y reverencia, el cantar salmos con gracia en el corazón, también la debida administración y la recepción digna  de los sacramentos instituidos por Cristo, son parte de la adoración religiosa regular a Dios, y además, los juramentos religiosos, los votos, los ayunos solemnes, y las acciones de gracias en ocasiones especiales, han de usarse , en sus tiempos respectivos, de una manera santa y celosa. (25:1 énfasis añadido)

En el catecismo menor eso es declarado aun más enfáticamente: “¿Cuáles son los deberes exigidos por el segundo mandamiento? son los deberes exigidos por el segundo mandamiento son…El ayuno religioso” (P y R 108).

En el directorio de la adoración publica de Dios en la Asamblea, hay una sección entera relacionada con “El solemne ayuno público”. El contexto es tanto un tiempo de tribulación como un tiempo  de búsqueda de la bendición de Dios.

“El solemne ayuno publico es un deber que Dios requiere, cuando algún juicio grande o notable cae sobre un pueblo, al mostrarse inminente, o por alguna provocación sea claramente merecido. También cuando se busca y obtiene alguna bendición especial esa nación o pueblo debe volverse a Dios en solemne ayuno público, (El cual debe extenderse durante todo el día)”.

Antes de la reunión, los miembros se preparan en particular y se reunían “junto a la congregación”. Una “gran parte del día” era empleada en “lectura pública y predicación de la palabra, con canticos de salmos, propios para despertar sentimientos adecuados a ese deber; mas especialmente en oración”. Los pastores pasaban a orientar la oración:

Damos gloria a la gran majestad de Dios, al creador, preservador, y supremo gobernador de toda la tierra, el único digno de santa reverencia y respetuoso temor. Reconocemos su multiforme misericordia, grandes y tiernas, especialmente a la iglesia y a esta nación, misericordia que nos enternecen, y humillan el corazón delante de Él. Humildemente confesamos los pecados de toda índole, con sus innumerables consecuencias; justificamos los justos juicios de Dios, reconociendo que son mucho menores a lo que nuestros pecados merecen. A pesar de todo humilde y sinceramente imploramos, su misericordia y gracia para nosotros mismos, por la iglesia y la nación, por nuestro rey, y por todos los que están en posición de autoridad, y por todos los otros por quienes tenemos la responsabilidad  de orar. (Conforme a las presentes circunstancias). Hacemos esto con mucho mayor prontitud e intensidad  de lo que se hace en nuestro tiempo, refiriéndonos por l fe y las promesas, y la bondad de Dios, en busca del perdón, ayuda y liberación de los males que sentimos, tememos y merecemos. Y para obtener las bendiciones  que necesitamos y esperamos, juntos nos rendimos totalmente y para siempre al Señor.

En la oración los ministros debían “Orar con el corazón”, de forma que tanto ellos como el pueblo fuesen “de esa manera muy influenciados, y así mismo se conmoviesen, especialmente con tristeza por sus pecados; para que fuese de hecho un día de profunda humillación y aflicción de alma”.

Los textos predicados serian escogidos por el criterio de aquello que “fuese a preparar mejor el corazón de los oyentes para el propósito específico de aquel día, y que mejor los dispusiese a la humillación y al arrepentimiento”.    

Las necesidades de hoy

1-     Cuando instituimos días de ayuno y oración hoy, tenemos como propósito ajustar continuamente nuestra adoración y vida a las enseñanzas de la escritura, asi como ha sido hecho en toda la historia de la iglesia.

2-     Cuando instituimos días de ayuno y oración, queremos recordar en público la grandeza de nuestros pecados y miseria, recordarnos de la necesidad de verdadero arrepentimiento y de buscar al Señor.

3-     Cuando instituimos días de ayuno y oración, queremos presentar al Señor, de forma pública y colectiva, las especiales necesidades de nuestra congregación. Tenemos que dedicarnos a la oración por la condición interna de la iglesia y por lo que acontece fuera de ella, internamente, necesitamos suplicar por las necesidades particulares  de nuestra congregación, suplicar por los inestables, suplicar por los casados, suplicar por nuestros niños, suplicar por una vida piadosa, y suplicar que la predicación venga con poder, Externamente tenemos que suplicar pación al dar testimonio, suplicar que el evangelio produzca mucho fruto por medio nuestro, y que veamos nuestras congregaciones creciendo año a año.

 

Obstáculos

 

¿Cuales son uno de los obstáculos más comunes para las reuniones de ayuno y oración? Aquí hay algunos de los cuales juzgo apropiados mencionar:

1-     Sin ninguna duda, la principal culpa es nuestra propia insensibilidad espiritual. Juan Calvino dice en el comentario a Joel 2:

“…el evangelio no abolió esa práctica. Nos parece que la situación nos muestra cuanto nos apartamos de la correcta y legitima orden de las cosas, viendo que en nuestros días sería algo nuevo y no común proclamar un ayuno. ¿Cuál es la razón de ese estado de cosas? Es que la mayoría de las personas se endurecen; y ya que normalmente no saben lo que es arrepentimiento, no entienden lo que significa la declaración de arrepentimiento; pues no entienden lo que es pecado, lo que es la ira de Dios, ni lo que es la gracia. No es de admirar, entonces, que estén tan cerrados, y que cuando se menciona la suplica por perdón, eso sea algo totalmente desconocido en nuestros días. Pero ahora aunque las personas en general  sean tan opuestas, es nuestro deber aprender de los profetas aquello que fue siempre el verdadero modo de proceder entre el pueblo de Dios, debemos trabajar tanto como nos fuere posible para que eso sea conocido, de forma que, cuando surgiere una ocasión para el arrepentimiento público, hasta el más ignorante entienda que esa práctica siempre reino en la iglesia de Dios, y que ella no se mantiene por el irreflexivo celo humano, sino por la voluntad del propio Dios. (Calvino, comentario al profeta Joel ,14:45)

 

2-     Otra culpa es nuestra excesiva vida programada y atareada. Infelizmente estamos ocupados de más para orar.

3-     Finalmente, desconocemos que uno de los medios bíblicos, comunes de buscar las bendiciones del Señor es el ayuno público comunitario y las oraciones de arrepentimiento y acciones de gracia.

 

Hermanos y hermanas nuestra luz se está apagando y nuestra salinidad perdiendo su sabor. Busquemos al Señor por medio del ayuno y de la oración en las reuniones de nuestras comunidades.

 

 

 

FIN.

Tomado de editorial (Os Puritanos)

Autor: Rev. Daniel R. Hyde

Traducido por, Pastor: Sebastián Santa María.

14/9/2014