El deleitoso deber de bendecir al Señor (Meditación) Pastor: Sebastián Santa María

16.08.2014 11:38

El deleitoso deber de bendecir al Señor (Meditación)

 

Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios (Sal 103:2)

Estoy consciente que para una buena meditación se necesita buena definición de la materia a meditar, un buen estudio antes de la meditación y porque no durante ella, nos lleva siempre a aguas mas profundas.

 El significado primero e inmediato de bene dicere (Bendecir) es: decir buenas palabras, hablar bien de alguien, exaltarlo, alabarlo; agradecer un bien recibido, manifestar la propia gratitud y reconocimiento,   El verbo euloghéó y el correspondiente sustantivo euloghía aparecen en la literatura griega con el mismo significado originario de la latina. Literalmente, euléghein significa: hablar bien, usar un bello lenguaje, ya en cuanto al contenido, ya en cuanto a la forma; así, la euloghía es la expresión bien construida, elegante, estéticamente bella y armónica. Todas las oraciones que comienzan con una alabanza a Dios se denominan, incluso en el judaísmo contemporáneo de Jesús, berakā(plural: berakóth). La oración principal es el Shemonéh-'esréh berakóth que todo piadoso israelita reza tres veces al día, y que está constituida por 18 (19) bendiciones": entre bendición y bendición, siempre distintas, se va intercalando como estribillo: "Loado (bendito) seas, Señor..." Con ésta, que es la principal, se van pronunciando otras muchas oraciones de alabanza (berakóth), según las diversas circunstancias; pero sobre todo antes, durante y después de las comidas, como puede constatarse en el ritual de la cena pascual, de suerte que "para quien, agradecido, recibe los alimentos como un don de Dios, toda la comida se convierte... en una euloghía". 

De aquí que David se ordene para proferir la más bella estructura de agradecimiento y gratitud al Señor, que le fuere posible, se ve por tanto con esta palabra, un orden, una excelente rutina de piedad, donde la mente, el corazón y los miembros físicos son empujados al mas honroso de los deberes…bendecir al Señor  

Alma mía. Antes de llamar a otros a una profunda y espiritual adoración, el Rey de Israel, se está hablando así sí mismo, un verdadero rey gobierna primero bien su alma, porque sabe que si deja las riendas sueltas del corazón, rápidamente se desenfrena y es un buen principio para todo creyente, que reine su propio corazón ordenándolo a la adoración intima y secreta.

A Jehová. A quien más sino al Señor debemos todo lo que somos y tenemos, nuestros ojos deben estar tan fijos en El, como lo están los del cazador un su presa, no se permite distraerse por nada mas, los ojos de un verdadero adorador, no se desvían ni a diestra ni siniestra, su mente y corazón están en Cristo el sumo bien de los escogidos.

Y no olvides. Es tendencia común entre los hombres olvidar las prioridades de carácter espiritual, y colocar en su lugar muchas tareas terrenales, aunque estas sean aprobadas no remplazan jamás a las espirituales, recordemos aquellas palabras del Señor, “Trabajad no por la comida que perece, mas por la comida que á vida eterna permanece, la cual el Hijo del hombre os dará” (Juan 6:27).

La memoria es comparable a una gran biblioteca, en la que el cerebro es el bibliotecario y aquellos que debemos recordar un libro que no ha sido colocado correctamente, el bibliotecario no puede encontrarlo inmediatamente a menos que el libro este puesto en lugar prioritario, de modo que debemos focalizar el libro de los beneficios divinos y de la tarea de adoración en primer lugar en la estantería de nuestra mente, para que al tomarlo cada mañana y cada noche, despierte nuestra lengua con alabanza, nuestro corazón con gratitud y nuestra mente con sabiduría de lo alto.

Ninguno de sus beneficios. A rasgos generales y en favor de la brevedad, podemos decir que el libro de los beneficios divinos o el libro de la providencia está dividido en dos grandes tomos, 1, los de carácter natural y 2 los de carácter espiritual y estos abarcan una gama interminable de gracias y favores inmerecidos que recibimos a cada instante, tantos son que no podríamos enumerarlos todos, pero basta decir, que la meditación diaria de los mismos eliminaran de nuestra alma todo tipo de queja insolente, debemos aprender mucho del sabio Job, quien en los bueno y los malo tiempos bendijo al Señor por todos sus beneficios, porque “…sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. (Rom. 8:28) así que hermanos sigamos el ejemplo del Rey David  y la exhortación de san pablo a los filipenses “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.”(Fil. 4:8)

Pastor: Sebastián Santa María (IPRA)