LA ESPERANZA PURITANA por Iain H. Murray (Capítulo III)

11.06.2013 14:21

Profecías Incompletas: El Desarrollo De La Esperanza

‘Ese Dios en su tiempo establecido traerá el reino del Señor Jesucristo hacia más gloria y poder que en tiempos pasados, estoy seguro de que están persuadidos. Aunque haya más, estas seis cosas están claramente prometidas:

 

1. Plenitud de paz en el evangelio y los profesores en ese tiempo, Is 11.6, 7, 54.13, 33.20, 21 Ap. 21.15.

 

2. Pureza y belleza en las ordenanzas y adoración del evangelio. Ap 11.2, 21.3 El tabernáculo era enteramente hecho por mandato, Mal. 3.3, 4; Zac. 14.16; Ap. 21.27; Zac. 14.20; Is. 35.8.

 

3. Multitudes de conversos, muchas personas, oh sí, naciones, Is. 60.7, 8, 66.8, 49.18—22; Ap. 7.9.

 

4. El completo repruebo y rechazo de toda la adoración voluntaria, y sus tendientes abominaciones Ap. 11.2.

 

5. Profesada sujeción de las naciones a través del mundo entero al Señor Jesucristo, Dan. 2.44, 7.26, 27; Isa. 60.6-9; — los reinos se vuelven los reinos de nuestro Señor y su Cristo (Ap. II .I 5), entre los cuales su aparición será tan gloriosa, que se dirá que David mismo está reinando.

 

6. Un más glorioso y terrible rompimiento de todo ese levantamiento en oposición a él, Isa. 60. 12— jamás tales desolaciones, Ap. 16.17—19’

 

JOHN OWEN ‘La Ventaja del Reino de Cristo en el Sacudimiento de los Reinos del Mundo’, Un sermón a los Comunes reunidos en el Parlamento, 1651 (Ensayos, vol. 8, 334)

 

En la confusión de ideas que acompañó la Reforma del siglo dieciseisavo fue inevitable que la interrogante de la profecía incompleta debía ser reexaminada. La restauración de la Biblia en los púlpitos y hogares era en sí misma suficiente para comprobar esto. Por largos años el significado evangélico del Segundo Advenimiento de Cristo, y verdades concernientes a las cosas finales en general, habían permanecido desapercibidos por el removimiento de las Escrituras a la gente común. El futuro, con respecto a historia y eternidad era oscuro e incierto. El purgatorio hecha su sombra en la vida de la cuna al sepulcro. El Anticristo permanece indefinido, excepto en las convicciones de algunos pocos Lolardos y Valdenses. Los Judíos, despreciados y oprimidos, no oyeron palabra alguna de esperanza de la Iglesia profesante, y un mundo no evangelizado tendido detrás de los estrechos bordes del Cristianismo no recibió mensajeros del evangelio de la paz.

 

Ninguna de estas cosas pudo durar cuando las Escrituras fueron descubiertas. La profecía fue nuevamente examinada y al inicio de la persecución causó que los creyentes vivieran aún más en las posturas que aquél tema trajo a ellos. No sin razón es que John Knox describe a los Cristianos de Irlanda, sufriendo en el reinado de Mary Tudor, como esos ‘que amaron la Llegada de nuestro Señor’. Y aún así debe ser dicho que el periodo de la Reforma, salvo por la restauración de cierta esperanza en la Segunda Llegada de Cristo, no se estableció para el Protestantismo como una perspectiva comúnmente aceptada de las profecías incompletas que han de preceder dicha llegada. Ninguna unanimidad llegó a aquí como ha sido y fue en muchas otras áreas de la verdad bíblica. Lutero, por ejemplo, se consideraba a sí mismo como viviendo muy cerca de la historia, con el Advenimiento y Juicio inmediatamente a la mano. Otros, en el borde exterior del Protestantismo ortodoxo, ‘sacado de su sepulcro’ (como después se quejó un Puritano en contra de ellos) la común creencia entre algunos de los primeros Padres, de que Cristo aparecería y reinaría con sus santos por mil años en Jerusalén antes del Juicio. Del énfasis en la palabra ‘mil’ (Griego, chilias, Latin, mule), tomado de Apocalipsis, capítulo 20, antiguamente fueron llamados ‘chiliasts’ o ‘milenarios’. Calvino consideró esta postura ‘demasiado pueril para necesitar o merecer refutación’. A cambio ha sido acusado en tiempos modernos de fallar en animar a sus compañeros-Cristianos predicando e instruyendo el aguardar pacientemente y en fe, el establecimiento del gobierno real que Jesús ha prometido en conexión con Su Parousia’. Esta acusación es verdadera en tanto que Calvino creía que el Reino de Cristo ya había sido establecido, y, a diferencia de Lutero, esperaba que tuviera un aun más grandioso triunfo en la historia previo a la consumación, pero es falso si es entendido que Calvino no proclamó la gloriosa expectación del regreso de Cristo. Esto último lo hizo con toda seguridad, como una declaración del reformador que es suficiente citar. Predicar en la gran catedral de Sn. Pedro, Ginebra, del texto, ‘Concédale el Señor que halle misericordia cerca del Señor en aquel día. Y cuánto nos ayudó en Éfeso, tú lo sabes mejor.’ (2 Ti 1. 18), descansa en las palabras ‘en aquel día’:

 

‘Concédenos extender nuestra esperanza, aun a la llegada de nuestro Señor Jesucristo. . . . Pues si esta esperanza no reina en nuestros corazones y los enseñorea, nos debilitaremos en cada minuto y cada hora ¿Entonces caminaremos igualmente en el servicio a Dios? Antes de todas las cosas concédenos aprender a ayunar nuestros ojos y descansarlos en este último día, y en respecto a este regreso de nuestro Señor Jesucristo, y sabiendo entonces que está preparada una corona para nosotros, y no nos angustiemos de estar en gran aflicción en el mal tiempo, y de tener muchas  incomodidades, para dirigir una dolorosa y problemática vida, concédenos parar sobre todo esto, puestos nuestros ojos en este último día, a donde Dios nos ha llamado, y como ciertamente vemos hablar al Santo Pablo, en aquel día, dijo él.

Ningún hombre Cristiano puede leer este texto, pero es menester que sea tocado en lo más vivo. Ya que vemos que San Pablo hablaba como si fueran arrebatados, cuando habló de esta venida de Jesucristo y de la final resurrección. . . . San Pablo, digo, no habló de estas cosas fríamente, ni de acuerdo a hombres, sino que fue elevado sobre todo el mundo, para que pudiera clamar ¡Aquel día, Aquél día!’

 

Esta esperanza central, enseguida, los Reformadores afirmaron claramente. Fue a consideración de otros temas trayendo llevando la profecía incompleta que no dejaron un testimonio unificado. Varios de estos temas recibieron poca atención por parte de la primera generación de Reformados y, con una excepción, fueron dejados para beneficio de sus sucesores. La excepción fue la creencia unánime de que el sistema Papal es el ‘hombre de pecado’ y la ramera de Babilonia de la cual nos advierte la Escritura (1 Ts. Ap. 19).” En la convicción del siglo dieciseisavo la Roma de los Protestantes era el gran Anti-Cristo, y está creencia fue tan firmemente establecida que no fue sino hasta el diecinueveavo siglo que fue seriamente cuestionado por los evangélicos.

Uno de los primeros desarrollos en el pensamiento de la profecía vino cuando se puso atención a la Escritura con  respecto al futuro de los judíos. Ni Lutero ni Calvino vieron en el futuro una conversión general de los Judíos prometida en la Escritura; algunos de sus contemporáneos, sin embargo, el notable Martin Bruce y Peter Martyr, que enseñaron en Cambridge y Oxford respectivamente en el reinado de Edward VI, entendieron en la Biblia el enseñar un llamado a los Judíos en el futuro. En esta postura fueron seguidos por Theodore Beza, el sucesor de Calvino en Ginebra. Tan temprano como en 1560 cuatro años antes de la muerte de Calvino, los Ingleses y Escoceses refugiaron a líderes Protestantes los cuales produjeron la Biblia de Ginebra, esta creencia fue expresada en las notas al margen de Romanos capítulo 11, versos 15 y 26. En el posterior verso comentan, ‘Él enseñó que vendría el tiempo en que la nación entera de Judíos, aunque no cada uno en particular, se uniría a la iglesia de Cristo.’.

 

El primer volumen al Inglés en exponer esta convicción en algún grado, fue la traducción del Comentario Peter Martyr a Romanos, publicado en Londres en 1568. Es fuerte la probabilidad de que la cuidadosa exposición de Martyr en el undécimo capítulo preparó el camino para una adopción general entre los Puritanos Ingleses de una creencia en la futura conversión de los Judíos. El Puritanismo Inglés estaba estrechamente vinculado a Juan Calvino, fue en la postura contenida  en el Comentario de Martyr la que fue recibida por la nueva generación de estudiantes en Cambridge.

 

Entre aquellos estudiantes estaba High Broughton (1549-1612) que tuvo la distinción de ser el primer Inglés en proponer ir como misionero a los Judíos en el Cercano Este, y también el primero en proponer la idea de traducir el Nuevo Testamento a Hebreo por el bien de los Judíos. El ardor de Broughton por la conversión de los Judíos no halló simpatía, sin embargo, sí con los obispos Ingleses que lo habían ofendido recientemente por sus inclinaciones puritanas. Aunque no se le dio preferencia alguna en la Iglesia Inglesa, fue tan bien conocido en el Este en consideración  de su enseñanza que el Rabino Principal de Constantinopla le escribió en 1559 y subsecuentemente lo invitó para que fuera ¡un maestro público allí! Esta posibilidad temprana de una misión a los Judíos fue frustrada por las autoridades de la Iglesia, pero en los escritos de Broughton — de los cuales su más conocido fue probablemente su Comentario a Daniel, 1596 — estimuló un subsiguiente estudio de la cuestión entera.

 

Broughton fue demasiado individualista como para ser un líder del movimiento Puritano.

Dos años antes había sido expulsado de su titulación en el Colegio de Cristo, Cambridge, en 1579, William Perkins había entrado a la misma universidad, un hombre del cual se vio anteriormente como influenciando ampliamente el pensamiento de varios que fueron a predicar por toda Inglaterra. Perkins habla  claramente de una conversión futura de los judíos: ‘El Señor dijo, Todas las naciones serán bendecidas en Abraham: Por tanto los reuniré de manera que la nación de los Judíos será llamada, y convertida a la participación de su bendición: cuándo  y cómo, Dios sabe: pero eso será hecho antes del fin del mundo que conocemos.’ La misma verdad fue expandida por los sucesores líderes Puritanos en Cambridge que siguieron a Perkins, incluyendo a Richard Sibbes y Thomas Goodwin. En su famoso libro, La Caña Cascada (The Bruised Reed), mencionado anteriormente en relación a la conversión de Baxter, Sibbes escribe:

 

‘Los Judíos no han venido aún bajo el estandarte de Cristo; pero Dios, que había persuadido a Jafet para ir a las tiendas de Shem, persuadirá a Shem de venir a las tiendas de Jafet, Gn 9.27. La “plenitud de los Gentiles no ha llegado aún”, Ro 11.25, pero Cristo, quien tiene los ‘confines de la tierra dados a Él como posesión suya”, Sal 2.8, reunirá a todas las ovejas que su Padre le ha dado en un redil, de manera que haya un solo rebaño y un pastor,

Juan 10.16.

 

‘Los fieles Judíos se regocijaron al pensar en el llamamiento a los Gentiles; ¿y por qué no deberíamos gozarnos al pensar en el llamamiento a los Judíos?’

 

Esta anotación del gozo es significante. Ya había sido dicha por Peter Martyr. Si una conversión generalizada de los Judíos aún estaba por ocurrir en la tierra, entonces los horizontes de la historia no eran, como Lutero temía, completamente oscuros. Sosteniendo la verdad de que el gran día para la Iglesia sería el día de Cristo apareciendo al final del tiempo, no obstante Sibbes vio una garantía de esperar lo que él llama ‘días menores antes del glorioso día’. Continúa:

 

‘Por la primera venida de Cristo, tanto como por el derrocamiento del Anti-Cristo, en la conversión de los Judíos, habrá mucho gozo.... Estos días abrieron camino para esos días. Cuando sea que las profecías terminen en performances, entonces habrá un día de regocijo y  gloriarse en el Dios de nuestra salvación por siempre. Y por tanto en Apocalipsis, donde esta Escritura es citada, Ap. 21.4, quiere decir que la conversión de los Judíos, y el glorioso estado que disfrutarán antes del fin del mundo. “Hemos esperado por nuestro Dios” y ahora lo disfrutamos. Esperen ¿pero qué dijo la iglesia ahí? “Ven, Señor Jesús, ven pronto.” Aún hay otra, “Ven, Señor”, hasta que estemos en el cielo.’

 

Desde el primer cuarto del siglo diecisieteavo, confiar en una futura conversión de los Judíos se volvió común entre los Puritanos Ingleses. En los anteriores 1630’s y en los levantamientos nacionales de los 1640’s — el periodo de las Guerras Civiles — el tema no era mencionado frecuentemente por los líderes Puritanos.

 

Como un terreno para la plena esperanza, en consideración a las posturas del Reino de Cristo, fue introducido en sermones ante el Parlamento o en algunas otras ocasiones por William Strong, William Bridge, George Gillispie y Robert Baillie, por nombrar algunos. El hecho de que dos apellidados iguales fueran comisionados de la Asamblea General de la Oglesia de Escocia a la Asamblea de Westminster, la cual fue organizada por el Parlamento Inglés en 1643, es un indicador del acuerdo de este punto entre teólogos Ingleses y Escoceses. Algunos de los bastos formularios doctrinales que la Asamblea produjo, portaban el mismo testigo. El Catecismo Mayor, después de la pregunta, ‘¿Qué oramos en la segunda petición de la Oración del Señor?’ (Venga tu Reino), responde ‘Oramos por que el reinado del pecado y Satanás sea destruido, el evangelio se propague por el mundo, los Judíos sean llamados, le plenitud de los Genitiles sea traída ... que Cristo reine en aquí en nuestros corazones, y se apresure el tiempo de su segunda venida.’ El Directorio para la Adoración Pública de Dios (sección en Oración Pública antes del Sermón) estipula en lenguaje similar que se haga oración por ‘la conversión de los Judíos’.

 

Esta misma creencia, concerniente al futuro de los Judíos se encontrará muy extendida en la literatura Puritana del siglo diecisiete. Aparece en los trabajos de Puritanos bien conocidos tales como John Owen, Thomas Manton y Jhon Flavel, aunque las listas del siglo diecinueveavo no siempre indican esto. También es manejado en una rica selección de comentarios, tanto en folios como en cuartos — David Dickson en los Salmos, George Hutcheson en los Profetas Menores, Jeremiah Burroghs en Hose, William Greenhill en Ezekiel, Elnathan Parr en Romanos y James Durham en Apocalipsis: una lista que podría ser grandemente extendida.

 

Ocasionalmente el tema se volvió el principal de un volumen. Quizás el primero en consonancia con estos fue El Llamado de los Judíos, publicado en 1621 por William Gouge, el eminente ministro Puritano de Blackfriars, Londres; el autor era un abogado, Sir Henry Finch, su fina obre, Algunos Discursos en el Punto de la Conversión de los Judíos, por Moses Wall, apareció en 1650, y diecinueve años después, el teólogo Novo Inglés de Boston, realizó esta obra, El Misterio de la Salvación de Israel Explicado y Aplicado. ‘Que abrá una conversión generalizada de las Tribus de Israel es una verdad que en alguna medida ha sido conocida y creida en todas las edades de la Iglesia de Dios, desde los tiempos Apostólicos. . . . Sólo en estos días, estas cosas han ganado crédito mucho más universalmente que antes.’ Así fue que Mater escribió en 1669.

 

En esta fecha, sin embargo, las divergencias de posturas también se establecieron en el pensamiento Puritano en profecía, y a estos debemos regresarnos. Se centraon alrededor de esas profecías escriturales que aparentemente hablaron de una conversión general de las naciones. Los primero expositores de una futura conversión de Israel, Peter Martyr y William Perkins por ejemplo, colocaron ese evento muy cercano al fin del tiempo. Martyr interpretó la palabra ‘plenitud’ en la afirmación de Pablo, ‘que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles’ (Ro 11.25) para decir que el reinado de Cristo entre los Gentiles habrá alcanzado su desarrollo completo, ciertamente su consumación, en el tiempo que Israel será llamado. Por la conversión de los Judíos, dice, las iglesias serán ‘despertadas y confirmadas’, pero el pensamiento de que después muchos Gentiles más serán convertidos no es posible, Martyr arguye, ‘se ha dicho, que los Judíos serán salvados y entrarán, cuando la plenitud de los Gentiles haya entrado. Y si el llamado de los Gentiles debe completarse ¿qué otros Gentiles se quedarán para hacer la conversión de los Judíos traídos a Cristo?’

 

Thomas Brightman (1562—1607) parece ser uno de los primeros teólogos de la escuela Puritana en rechazar el argumento de que la conversión de los Judíos debe ser situada en los confines de la historia. Brightman era una contemporáneo de Perkins en Cambridge y un miembro del Queens College antes de su nombramiento a la vivienda de Hawnes, Bedforshire, en 1592. Con su Comentario a la Revelación de San Juan, Una Revelación del Apocalipsis (primero publicado en Latin en el año de su muerte y posteriormente en Inglés) se mantiene a la cabeza de la larga línea de subsecuentes comentadores Ingleses en aquel libro. Para Brightman el Apocalipsis da una línea cronológica de historia eclesiástica: los eventos hasta el 14rto capítulo fueron considerados por él como ya completados; el 15nto comienza lidiando con las cosas que están por venir; mientras el 20imo describe un resumen en el cual ‘toda la historia se repite’. En el recorrido de esta exposición el Puritano Elisabetano ofrece una atención considerable a la postura futurista de los Judíos: ‘He puesto estas cosas con más reserva de palabras, porque daré a los Teólogos la oportunidad de pensar más seriamente en estas cosas.’

 

La obra de Brightman confirmó la postura de que los Judíos serían llamados, pero a cambio trajo posteriores consideraciones concernientes al tiempo de dicha conversión, la cual tendería a mostrar que la cuestión no estaba tan conclusivamente establecida como Martyr había considerado. Aunque habría cierta plenitud de los Gentiles hecha antes de la salvación de Israel, esta no necesita la creencia de que no serán añadidos más Gentiles; Pablo mismo, argumenta Brightman, implica lo contrario en el verso 15 de Romanos 11.15 El Llamado de los Judíos, él creía, que sería parte de un nueva y brillante era en la histora, y no el final.

 

En la temprana y más popular  exposición Puritana de Romanos, la Exposicion Plenaria de Elnathan Parr, publicada en 1620, es interesante notar el desarrollo en la misma dirección. Parr fue educado en Eton, graduado M. A. en Cambridge en 1597 y ejerció un ministerio poderoso en Palgrave, Suffolk, muriendo en el año de 1632. Manejando el capítulo once está en mayor acuerdo con Martyr y y cita su obra. Pero por sobre el panorama del mundo en el tiempo del futuro llamado de Israel él no acepta la interpretación teológica Continental acerca de la ‘plenitud de los Gentiles’, precediendo al llamado a los Judíos, quiere decir que el trabajo salvífico de Dios entre los Gentiles sería entonces completo:

 

‘El abandono de los Judíos, fue nuestro Llamado; pero el Llamado de los Judíos no debe ser nuestro abandonamiento, pero nuestra más grandiosa enriquecedora gracia, y esos dos caminos: Primero, en respecto a la compañía de creyentes, cuando miles de Israel vendrían, que sin duda alguna causarían que varios Gentiles que ahora permanecen en ignorancia, error y dudad, reciban el Evangelio y se unan con ellos. El mundo será entonces un mundo próspero, rico en hombres excelentes, dijo Ambrose. Segundo, en respecto a las gracias, las cuales deberían entonces ser regadas en mayor abundancia sobre la Iglesia.” En 1627, siete años  después de que apareció el comentario de Parr, subsecuente ímpetu fue dado a la expectación de una bendición mundial conectada el llamado de los Judíos, por la aparición de una palabra Latina por John Henry Alsted, La Ciudad Adorada. Alsted posiciona su principal cuestionamiento en estas palabras, ‘Si ha de haber felicidad alguna en la Iglesia aquí en la tierra antes del día final; ¿y de qué tipo será?’ De la consideración de unos sesenta y seis lugares en las Escrituras responde esta pregunta afirmativamente y ofrece el siguiente sumario de la historia de la Iglesia durante el curso de la era Cristiana:

 

1.Desde el nacimiento de Cristo al Concilio de Jerusalén, A.D. 50.

 

2.El segundo periodo es el de la diseminación de la Iglesia sobre el mundo entero y contiene el llamado y conversión de la mayoría de las naciones.

 

3.Desde el principio de los mil años hasta el último juicio. En el cual es estado de la Iglesia debería ser muy miserable.....

 

Será inmediatamente visto que Alsted identifica el periodo de mayor desarrollo de la Iglesia en la tierra, cuando los judíos sean llamados, con el milenio de  Apocalipsis 20. La postura más prevaleciente hasta ahora fue que el reinado de mil años de Cristo era su reinado espiritual sobre la Iglesia de este mundo—una imagen simbólica del periodo entero entre los primero y segundo advientos de Cristo. De acuerdo a su postura tradicional, los Cristianos de cada generación comparte comparten el reinado espiritual en Cristo; ellos toman ‘parte en la primera resurrección’ (Ap. 20.5), es decir, son personas que han sido despertados en la regeneración. Esta espiritualización de la palabra ‘resurrección’ no es sin apoyo de otras Escrituras. Por ejemplo, Cristo, hablando de la presente era del evangelio, dice, ‘Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán.’ (Juan 5.25).

 

Esta interpretación, popularizada por Agustín, ahora estaba siendo desafiada. En la postura de Alsted los mil años era literal no una simple figura simbólica—y la resurrección, para marcar su comienzo era asimisma literal. Esta nueva postura en Apocalipsis 20 pronto ganó influencia en Inglaterra, particularmente a través de los escritos de Joseph mede (1586—1638), un Compañero aprendiz del Colegio de Cristo, Cambridge. Mede, como Alsted que le influenció, arguyó que el milenio es un periodo futuro en el tiempo, y fue más allá con la sugerencia de que sería comenzada por una aparición especial de Cristo— un advenimiento ‘premilenial’’.

 

A pesar de la precaución general de estos dos académicos, ambos incentivaron la práctica de arreglar fechas y en la conmoción general de los 1640’s—el periodo de la Guerra Civil— la interrogante de si Cristo vendría a establecer un ‘reinado milenial’ estaba cerca y a la mano agitada por hombres de considerablemente menos aptitud que Mede y Alsted. El producto final era el partido de ‘la Quinta Monarquía’, llamado así por la creencia de que la monarquía de Cristo, precediendo la cuarta expresada por Daniel, fue brevemente acomodada, con los Judíos convertidos y el comienzo del milenio. Thomas Fuller, en sus Beneméritos de Inglaterra, publicados en 1662 cuando su partido fue minuciosamente desacreditado, comenta apesadumbrado: ‘Audazmente me atrevo a decir que los violentos factores para la Quinta Monarquía han dirigido aquel clavo que el Maestro Mede metió primero, más allá de lo que él alguna vez intentó; y haciéndolo con tal violencia que se dividieron las verdades alrededor de ello. Por consiguiente, cuando la ignorancia comienza construir sobre aquel fundamente que el aprendizaje a dejado, no existe duda de que no habrá uniformidad en tal tela de mestizo.”

 

* * *

 

En estas breves páginas hemos trazado una secuencia y desarrollo de ideas que serán enumeradas como sigue: (1) los Judíos a convertirse; (2) su llamado de estar asociados con una expansión mayor de la Iglesia y por tanto no estar al final; (3) un desarrollo completo y una prosperidad futura de la Iglesia identificada con los mil años de paz de Apocalipsis 20 y (4) Cristo mismo inaugurando este reino futuro y levantando sus santos.

 

Ahora es importante notar que estas creencias no están tan necesariamente relacionadas como erigirse o volcarse abajo juntas. La mayoría de los teólogos Puritanos creyeron que la evidencia escritural era ampliamente suficiente garantía y aceptación  de los puntos uno y dos adscritos. Algunos consideraron que el punto tres que el punto tres era correcto, pero que la ‘resurrección’ comenzada en el milenio no debía ser tomada literalmente; ellos pensaron, para la resurrección espiritual de la influencia de la Iglesia en el mundo que sería entonces atestiguado. Esta identificación del tiempo de mayor desarrollo de la Iglesia con un milenio espiritual iba a comandar un muy amplio apoyo en los siglos dieciochoavo y diecinueveavo del Protestantismo. Sea correcto o errado, no existió diferencia mayor entre esos que aceptaron este refinamiento del punto tres, en el sentido apenas descrito, han sido titulados como ‘milenarios’ o ‘milenaristas’, pero el Milenarismo es propiamente la postura representada por el punto cuatro y es aquí que está involucrada una diferencia radical. De acuerdo a esta enseñanza la era más brillante de la Iglesia ha de diferir del presente no simplemente en términos de tipo o grado. Esto quiere decir, que será más que una larga medida de bendiciones espirituales ya dadas a la iglesia; mediante la aparición personal de Cristo y la resurrección de los santos y todo el nuevo orden de cosas por ser establecidas. Cristo entonces reinará en una forma  no vista o conocido. A esta conclusión apunta la enseñanza de Mede y de ahí el Puritanismo, generalmente, divergieron.

 

La razón de esta divergencia era la indisposición en la mayoría de comprometerse a un engaño profético virtualmente hecho en Apocalipsis 20, un capítulo notoriamente difícil; el eje de la interpretación. Así Elnathan Parr, mientras hablamos de la futura bendición prometida en Romanos 11 declina en emplear Apocalipsis 20 tomando en cuenta su obscuridad, el eje de la interpretación. Entonces, Elnathan Parr, mientras hablaba de la bendición futura prometida en Romanos 11 declina en emplear Apocalipsis 20 a cuenta de su obscuridad, aunque advierte que algunas se han cumplido. De la misma manera, John Owen con su característica precaución escribe:

 

‘La llegada de Cristo a reinar aquí en la tierra por mil años, si no es una opinión infunda, es al menos tan dudoso e incierto que no debe ser admitido un lugar en la analogía de la fe para regular nuestra interpretación de la Escritura en lugares que admiten justamente otra aplicación.’

 

Entonces debemos notar que no  fue en la base Milenaria que el movimiento Puritano creía en general en la conversión de los Judíos y un periodo de bendición mundial. La creencia ya era común mucho antes que el reto del Milenarismo se hiciera notable en los 1640’s, y, mientras ambos bandos mantenía base común en que ambos creían que habían varios pasajes en el Viejo y Nuevo Testamento garantizando la expectación de una bendición futura para el mundo, los hombres de la  principal escuela Puritana fueron prontos para acertar en responder a ese reto como que esas escrituras no necesitaban interpretación premilenial de Apocalipsis 20 para hacer su sentido claro. Además Robert Ballie responde a un escritor premilenial que había apelado a Romanos 11.12 (donde Pablo escribe a los Judíos, ‘Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración?) en esta manera:

 

‘No hay nada aquí para disponer de la postura: de buen grado consentimos en que la nación de los Judíos debe ser convertida a la fe en Cristo; y que la plenitud de los Gentiles es venir con ellos a la Iglesia Cristiana; y también que el despertar de aquel muerto y podrido miembro, debe ser un tema de excesivo gozo a la Iglesia entera. Pero que los Judíos convertidos deben regresar a Canaan a reconstruir Jerusalén, que Cristo debe venir del cielo a reinar entre ellos por mil años, no hay tal cosa intimada en las Escrituras disponible.’

 

Thomas Hall en su pequeño libro mordaz, Una Confutación a la Opinión Milenaria, 1657, establece este mismo punto tratando con cierto Dr. Homes al cual su argumento resume y responde en los siguientes términos:

 

‘Aquellas cosas que son profetizadas en la Palabra de Dios y que aún están por venir, deben ser completadas, (muy cierto). Pero la gran sensible y visible felicidad de la Iglesia en la tierra antes del Último Día del Juicio es profetizada en la Palabra de Dios, que está en el Antiguo y Nuevo Testamento (muy cierto), ergo, también pasará; ¿quién lo negó alguna vez? ¿Pero qué es esto al punto en cuestión? ¿O qué Logicista es este? Ya que en los últimos días los Judíos beben ser llamados, y los Gloriosos Privilegios Espirituales de la Iglesia entonces deberán ser más desarrollados, ergo, Cristo y los santos reinarán en la tierra mil años. Esta es la lógica del Dr lo pueden ver de principio a fin.’

 

* * *

 

Ahora nos encontramos en una posición para ver cómo es que se prolongó esta discusión del pensamiento Puritano en relatos proféticos al tema de avivamiento. Si hay un llamado de los Judíos y un más amplio trabajo de conversión en el mundo, ocurrirá con actos cataclísmicos como el descenso de Cristo y la resurrección de los santos, ¿Con qué intención podemos decir que esto pasará? La respuesta de la principal escuela Puritana se convirtió en una muy importante  parte de la herencia que dejaron a la posteridad. Era que el reino de Cristo se extendería y triunfaría a través de las poderosas operaciones del Espíritu Santo derramado en la Iglesia en avivamientos. Tales periodos vendrían al comando de Cristo, pues los nuevos Pentecostéses le mostrarían ser aún el ‘Señor y Cristo’. Sus entera Teología Calvinista del evangelio, con su énfasis en el poder dado a Cristo como Mediador para el llamado eficaz del vasto número de sus elegidos, y en la persona del Espíritu Santo como el Único por el cual los muertos son despertados, encaja aquí. Todos ellos rechazaron la visión naturalista de un inevitable progreso en la historia —tan común en el siglo diecinueveavo — pero acertaron en que el propósito soberano de Dios en el evangelio, como indicado por las promesas de la Escritura aún sin completar, señala la segura esperanza de grandes emanaciones del Espíritu en el futuro. Era en tales creencias centrales como estas que los Puritanos basaron sus expectaciones. John Howe, por ejemplo, ejemplifica la común actitud cuando lidiaban con profecías incompletas en una serie de quince sermones de Ezequiel 39.29 ‘Ni esconderé más de ellos mi rostro; porque habré derramado de mi Espíritu sobre la casa de Israel, dice Jehová el Señor.’ Las series fueron póstumamente publicadas bajo el título, El Próspero Estado del Interés Cristiano antes del Fin del Tiempo por una Plena Efusión del Espíritu Santo. Debido a que el énfasis de Howe en el trabajo del Espíritu es tan característico del pensamiento Puritano he incluido un largo extracto de estos sermones al final de este libro, aunque puede ayudar al lector a apreciar lo que sigue si se lee después de este presente capítulo.

 

A través de la literatura Puritana, abrazando a los autores que siguieron ‘el camino independiente’ en el gobierno de la iglesia y aquellos quienes fueron de convicciones Presbiterianas, y tan común como en Escocia e Inglaterra, hay énfasis en el reino de Cristo avanzando a través de avivamientos. Después debemos buscar mostrar cómo es que la transmisión de esta creencia a los siglos dieciochavo y diecinueveavo   se volvió una de las más poderosas influencias en la historia espiritual de Gran Bretaña y América.

En conclusión, sería de ayuda intentar hacer un resumen de las diferentes posturas acerca de profecías incompletas que eran en los días de los principales Puritanos:

 

1. Un pequeño número continuó la postura que era entre los primeros Reformadores de que la Escritura no predice la futura conversión de los Judíos y de que la idea de una ‘era dorada’ en la historia está sin fundamentos bíblicos. Los más hábiles voceros en esta postura fueron Alexander Petrie y Richard Baxter.

 

2. Un número mayor aparentó mantener la creencia de Martyr y Perkins de que la conversión de los Judíos sería cercana al fin del mundo. Probablemente fue esta la postura predominante al menos hasta los 1640s.

 

3. La atención traída por tales escritores como Mede y Alste al milenio de Apocalipsis 20, y al del Antiguo Testamento profetiza lo que aparenta hablar de una conversión general de las naciones, llevadas a una expectación revivida de una parición pre-milenaria de Cristo, cuando Israel sería convertido y el reino de Cristo sería establecido en la tierra por al menos mil años antes del día del juicio. Indicado en su forma moderada esta creencia lideró el apoyo de algunos de los teólogos de Westminster (notablemente, William Tisse, Thomas Goodwin, William Bridge y Jeremiah Burroughs); en su forma salvaje se volvió indentificado con el grupo de la Quinta Monarquía. En todas sus formas, sin embargo, su influencia  parece haber sido cortamente vivida en el siglo diecisieteavo, y la creencia premilenial no ganó reconocimiento general en el Protestantismo hasta el avivamiento dos años después.

 

El cuarto grupo, como el segundo, creía en una futura conversión de Israel y se oponía a la idea de un milenio introducido por la aparición de Cristo y la resurrección de los santos. Pero, como el tercer grupo, consideraban a Romanos 11 y porciones de profecías del Antiguo Testamento como indicando un periodo de bendición generalizada apoyando y siguiendo el llamado de los Judíos. La Confesión de los Independientes, La Declaración de Savoy de 1658, resumen esto en el capítulo ‘De la Iglesia’:

 

‘Esperamos que en los últimos días, el Anticristo será destruido, los Judíos llamados, y los adversarios del Reino de su querido Hijo quebrantados, las Iglesias de Cristo serán agrandadas, y edificadas a través de una libre y plena comunicación de luz y gracia, gozarán en este mundo una más calmada, pacífica y gloriosa condición de la que han gozado.’

 

Esta declaración ha sido atribuida al milenarismo actual entre los Independientes en los tempranos 1640s, pero no debe ser notada en los teólogos de Savoy, entre los cuales estaba John Owen, que declinó en identificar este periodo del mayor desarrollo de la Iglesia con el milenio. Por otra parte, esta misma creencia fue mantenida por Presbiterianos devotos,  por ejemplo, Thomas Manton (autor de la ‘Espístola al Lector’ en la Confesión de Westminster), David Dickson y Samuel Rutherford. Antes de que Rutherford conociera a alguno de los Independientes escribió desde St. Andrews en 1640: ‘Estaré complacido de ser un testigo, de contemplar los reinos del mundo volverse a Cristo. Podría mantenerme fuera del cielo por varios años para ver el victorioso y triunfante acto que profetizó parte de su amor conquista-almas, tomando a dentro de su reino la más grandiosa hermana, la iglesia de los Judíos, que alguna vez rechazaron nuestra Bien-amada por su pequeña hermana (Cant. 8.8); esperarlo es puesto como una insignia y estandarte del amor, para los fines del mundo.’ Esto no era milenarismo como del que Rutherford fue cuidadoso de decir en otro lugar, ‘No trato de explicar algún reino visible tal como de Cristo en la tierra, como los Milenarios fantasean.’

 

Cuarenta años después esta misma creencia fue el común testimonio de los predicadores Pactantes de campo que mantuvieron la confesión de la Iglesia de Escocia en su pureza durante ‘los tiempos asesinos’. Richard Cameron predicó el 18 de Julio, 1680 a tan sólo tres días antes de su violenta muerte en las anegadizas llanuras de Ayrmoss, del texto, ‘Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra.’ (Sal. 46.10). A sus oidores, reunidos con él bajo la sombra de la eternidad, Cameron declaró:

 

‘Ustedes están en peligro por la verdad, no estén preocupados: nuestro Señor será exaltado entre los paganos. Pero muchos dirán. “Sabemos que él será exaltado en el último y gran día cuando Él tenga a todos los impíos en Su mano.” Sí pero Él dice, “Seré exaltado en la tierra.” Él ha sido exaltado en la tierra; pero la más maravillosa exaltación de Sus obras no las hemos visto aún. El pueblo de Dios ya se encuentra correctamente. Oh, pero la Iglesia de los Judíos algunas veces estuvo muy bien. Así es, la Iglesia de Escocia ha estado muy bien, “Apropiada es la luna, clara como el sol; y terrible como una armada con estandartes.” Ha sucedido el día en que Zion estuvo presente en Escocia. El terror de la Iglesia de Escocia; una vez se apoderó de todos los reyes y grandes hombres que pasaban cerca. Así es; el terror de ello se apoderó de príncipes Papistas; más aún, del Papa mismo. Pero toda esta exaltación que hasta ahora hemos visto es nada a lo que ha de venir. La Iglesia estaba en su culminación, pero estará aún más en la cúspide. “No hay Dios como el de Jeshurun.” La Iglesia de Cristo será exaltada de manera que sus miembros serán hechos para cabalgar en los lugares altos de la tierra.  No nos permitamos ser juzgados de la opinión de algunos hombre en Inglaterra llamados hombres de la Quinta Monarquía, quien dijo eso, antes del gran día, Cristo vendrá en persona del cielo con todos los santos y mártires y reinaré por mil años en la tierra. Pero nosotros somos de la opinión de que la Iglesia será aún más culminante y gloriosa, como aparece en el libro de Apocalipsis, y la Iglesia tendrá más poder del alguna vez que tuvo.’

 

Las clasificaciones más arriba no pueden ser tomadas como exactas; son una aproximación. Los Puritanos aparte de los Quinto Monarquistas — si es que pueden ser clasificados como Puritanos — no tuvieron divisiones de grupos determinados por creencias proféticas. No obstante el siglo decisieteavo fue el periodo normativo de las diferentes escuelas del pensamiento en profecía los cuales en una fecha posterior son más agudamente identificables. El hecho de que una clasificación actualizada de creencias evangélicas proféticas podrá probarlos muy similares parece indicar que unas pocas consideraciones han entrado al debate en los últimos trescientos años.

 

Habiendo entonces mirado al pensamiento Puritanos en profecía en general debemos dar vuelta al capítulo de la Escritura en que yace el corazón de la materia.