Yo amo el día del señor (McCheyne)
Yo amo el día del señor
El sábado fue hecho por causa del hombre (Marcos: 2:27)
Queridos conciudadanos y compatriotas, como ciervo de Dios en este oscuro y tormentoso día me siento constreñido a levantar la vos en defensa de la eterna santificación del día del señor. Los atrevidos ataques que hacen algunos de los directores del ferrocarril Edimburgo-Glasgow contra la ley de Dios y la paz de nuestro descanso dominical, tal como se ha venido observando por muchos años en Escocia, la blasfema modificación que pretenden proponer a los accionistas el próximo mes de febrero, los nefastos folletos que actualmente están circulando a miles, llenos de toda suerte de mentiras e impiedades, invita frecuentemente a un sereno y deliberado testimonio de todos los fieles ministros y Cristianos mas sencillos en defensa del día del señor. En nombre de todo el pueblo de Dios en esta ciudad y en este país presento antes vuestras consideraciones las siguientes razones para amar y respetar el día del señor.
1- Porque es el día del señor.
“este es el día que hizo Jehová: nos alegraremos y gozaremos en el “(salmo 118:24) “Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta” (Apocalipsis 1:10) Es suyo por ejemplo. Es el día en que descanso de su asombrosa obra de redención. Del mismo modo en que Dios descanso el séptimo día al acabar sus obras declarando bendito así el sábado, consagrándolo de manera especial sobre los demás días, así el señor Jesucristo descanso en este día de toda su agonía, pena y humillación. “queda un reposo para el pueblo de Dio” (Hebreos 4:9). El día del señor es su propiedad del mismo modo que la cena del señor le pertenece a El. Ella es su mesa, su pan, su vino. Con ella invita a sus convidados. Los llena de gozo y del Espíritu Santo. Así es con el día del señor. Todos los días del año son de Cristo, pero de cada siete uno es especial; es para El, el día del mercado, el día en que sale en busca de las almas para adquirirlas. El lo hizo y lo estableció con este motivo con este motivo. Del mismo modo que planto el huerto de Edén, así cerco este día y lo hizo suyo de forma particular. Esta es la razón por la que nosotros lo amamos, y lo dedicamos a el enteramente. Amamos todo lo que es de Cristo. Amamos su palabra. Nos es mas preciosa que millares de oro y plata.”¡Cuánto amo yo tu ley!”(salmo 119). Amamos su casa, es el lugar de nuestra cita con Cristo, donde el se encuentra con nosotros y rodea nuestro lugar con su misericordias. Amamos su mesa. Es el lugar donde adereza mesas delante de nosotros, verdadero banquete donde su bandera sobre nosotros es amor, donde desata nuestras cadenas y unge nuestros ojos y hace arder, enardecer nuestros corazones con gozo santo. Amamos su pueblo, porque los que lo componen son suyos, miembros de su cuerpo, lavados en su sangre, llenados con su Espíritu Santo, nuestros hermanos y hermanas por toda la eternidad. Y amamos el día del señor porque es suyo. Cada hora de el es muy cara, mas dulce que la miel, mas precioso que el oro. Es el día en que el se levanto del sepulcro para nuestra justificación. Nos recuerda su amor y su obra completamente acabada y perfecta, y su descanso de la misma. Y atrevidamente podemos decir que quienes no aman ni abogan por la entera decisión del día del señor, no aman deberás al señor Jesucristo.
¡Oh, trasgresor del día del señor, quien quiera que seáis, sois ladrones sacrílegos! Cuando robáis las horas del día del señor para vuestros negocios o placeres, estáis robando a Cristo las preciosas horas que el reclama como suyas. ¿No os ofendería si se estuviese tratando algún plan con minas a abolir la cena del señor tratando de convertirla en una comida común, o en una fiesta que se diese entrada a los libertinos o borrachos? ¿no se desgarrarían vuestros sentimientos viendo que la copa de jarana indecente en manos de los borrachos? ¿ y pensáis que es mejor lo que proponen los directores de nuestro ferrocarril? El día del señor es tan suyo como suya es la mesa. Ciertamente podemos afirmar con las palabras del Dr. Love, aquel siervo eminente de Dios, ahora que pretende hollarse el día del señor: “Maldita toda ganancia, maldito todo deleite, maldita toda salud que es obtenida por medio de la criminal usurpación del sagrado día”.
2- Porque es una reliquia del paraíso, del edén y un tipo del cielo.
El primer sábado alboreo entre los enamorados jardines de un paraíso sin pecado. Cuando Adán fue hecho a imagen de su hacedor, fue colocado en el huerto de Edén para cultivarlo y guardarlo. Sin duda esto agotaría sus energías. Recoger los racimos de uva, recoger el fruto de las higueras y palmeras, canalizar las aguas para regar los arboles frutales y flores requería todo su tiempo y habilidad. El hombre nunca fue creado para permanecer inactivo. Cuando el sábado se estableció todas sus herramientas rurales debían arrinconarse, el jardín aquel día no requería mas cuidados. Su pura y serena mente podía mirar mas allá de lo que se ve en este mundo de realidades no espirituales. Caminaba con Dios en el huerto buscando un más profundo conocimiento de Jehová y sus caminos, con su corazón más y más enardecido de amor y con sus labios entonando perfectas alabanzas. Aun en el paraíso terrenal el hombre necesitaba el sábado. Sin El, el mismo Edén hubiese estado incompleto. ¡Que poco saben de los gozos del Edén, de las delicias de una intima comunión con Dios, que desean arrancar del domingo esta reliquia del mundo que un tiempo fue sin pecado!
Es también un tipo del cielo. Cuando un creyente deja ha un lado su pluma y sus telares, abandona sus cuidados terrenales, cambia sus ropas de trabajo por las del día festivo y viene a la casa de Dios, prefigurara lo que sucederá el día que cesara la gran tribulación para presentarse a las bodas del cordero al ser llevado felizmente a la presencia del señor. Cuando se sienta a escuchar la palabra de Dios y oye la vos del pastor, guiando y alimentando su alma, evoca aquel tiempo cuando el cordero estará en medio del trono y le alimentara y guiara su alma a fuentes de aguas vivas. Cuando une su alabanza entonando los salmos del salterio, piensa en el día cuando tendrá en sus manos el arpa celestial entonando el cantico:
“donde, de las congregaciones no habrá separación, ni del día del señor ninguna interrupción”.
Cuando el se retira a su casa y tiene comunión con Dios en su lugar secreto, o como Isaac en algún lugar próximo a su tienda, pero intimo, adora a Dios, piensa en aquel día cuando “será columna en la casa de nuestro Dios, y nunca mas saldrá fuera”.
Esta es la razón por la cual amamos el día del señor. Esta es la razón por la cual llamamos al domingo día de delicias. Comprendemos y sentimos que un domingo bien dedicado al señor y a las almas es un día del cielo en la tierra, por esta razón deseamos que nuestros domingos sean eternamente dedicados a Dios. Amamos pasar todas las horas del domingo en los ejercicios públicos y privados de la adoración a Dios, a menos que cualquier urgente demanda deba ser atendida por motivos de necesidad o de misericordia. En su mañana nos es grato levantarnos tempranamente e irnos a dormir tarde, con objeto que nos resulte un día mas largo, a fin de que sea más duradera nuestra comunión con Dios.
¡Que poco saben de esto los que nunca estarán en el cielo! Una paja flotando sobre la superficie de una corriente de agua puede indicarnos la dirección que esta sigue. ¿Aborreces el día del señor? ¿Te resulta una especie de infierno su observancia? El que te dice estas palabras hubo un tiempo que sintió como tú. No hallas en su observancia ningún descanso, ni paz. Dices: “¡Que pesado es!” “¿Cuándo se abolirá el día del señor y podre dedicarme completamente a mi negocio?” ¡Ah, pronto, muy pronto te hallaras en el infierno! El infierno es el lugar único y adecuado para ti; es el que te corresponde. El cielo es un deseado, perdurable, santo día del señor. En cambio, en el infierno no hay día del señor.
3- Porque es un día de Bendición.
Cuando Dios instituyo el sábado en el paraíso, dijo: “Y bendijo Dios el sábado” (Génesis 2:3) no solo lo consagro como un día santo, sino que lo hizo un día de bendición. También, cuando el señor se levantó de la muerte en el primer día de la semana antes de que alborease, se revelo a si mismo a dos de sus discípulos que se dirigían a Emmaus y con su conversación enardeció sus corazones (Lucas 24:13). La misma tarde de aquel día se presento en medio de sus discípulos y dijo: “Paz a vosotros” y soplo sobre ellos diciendo: “Recibid el Espíritu Santo” (Juan 20:19). De nuevo pasados siete días, es decir el domingo siguiente, Jesús vino y se puso en medio de sus discípulos y con inefable gracia y misericordia se revelo así mismo al incrédulo tomas (Juan 20:26) fue también que en el día del señor el Espíritu Santo fue derramado en pentecostés (Hechos 2:1 comparado con Levíticos 23:15-16) Aquel principio de bendiciones espirituales, aquel primer advenimiento del Espíritu a la iglesia cristiana tubo lugar en el día del señor. En ese mismo día el amado Juan, en su exilio en la isla de Patmos, lejos de la congregación de los santos, fue llevado del Espíritu Santo y tubo la visión celestial que escribió y a cuyo libro hemos llamado Apocalipsis o Revelación.
Así es que a través de todas las edades, desde el principio del mundo y en cualquier lugar donde hay un creyente, el día del señor ha sido día de doble bendición. Todavía es así y seguirá siéndolo aunque todos los enemigos de Dios crujan sus dientes. Ciertamente Dios es Dios de gracia y su obra no la confía a ningún límite de lugar o de tiempo. Sin embargo, es igualmente cierto que todos los escarnios y burlas de los impíos no podrán alterar sus designios, designios que han determinado lo que tanto le complace: Bendecir de forma especialmente abundante su palabra en el día del señor. Los fieles pastores de todos los países pueden testificar que todos los pecadores se convierten más frecuentemente en el día del señor, que Jesús se manifiesta así mismo por medio de la predicación y de las ordenanzas más frecuentemente en su propio día. Los santos, como Juan son llamados por el Espíritu Santo en el día del señor y se regocijan con serenas y profundas visiones de la eternidad.
¡Oh desventurados, que planeáis elaborar de nuestra amada Escocia este bendito día de bendición doble!, ¡No sabéis lo que hacéis! Deseáis arrebatar a nuestros conciudadanos el día en que el señor habré las ventanas del cielo y derrama su abundante bendición. ¿Qué es lo que queréis, que los cielos de Escocia se conviertan en cielos de bronce, duros cielos que son una verdadera maldición y los corazones de su pueblo en corazones de hierro? ¿Qué es que el sonido de las doradas campanas de nuestro eterno sumo sacerdote, resonando sobre las montañas de nuestro país y el alimento de su Espíritu Santo manifestado en muchas de nuestras congregaciones, despierta vuestros esfuerzos satánicos con miras de cambiar el dulce sonido de la misericordia por el ensordecedor estruendo de los vagones de Tren? ¿Acaso el notable vigor de la vivificada y purificada iglesia de Escocia a dado paso a los torrentes de blasfemias que proferís contra el día del señor? ¿Qué es que vuestras almas marchitas no tienen necesidad alguna del roció y del riego celestiales? ¿No comprendéis que vosotros mismos estáis blasfemando el día en que vuestras propias almas pueden llegar a ser salvas? ¿No es seguro que en el infierno, con lágrimas de angustias, muchos de vosotros lamentareis al recordar vuestros esfuerzos contra la luz y contra las amonestaciones que se os hacen, para amontonar sobre vuestras almas todo aquello que las conducirá a su eterna perdición?
A quienes son hijos de Dios en este país, deseo ahora, en el nombre de nuestro común salvador, que es el señor de su día, dirigir esta exhortación.
1- Tened en alta estima el día del señor
Cuando mayor sea el desprecio y el desdén de los que hollan, vosotros amadlo más y más. Cuando más fuertemente se desencadene la tormenta de blasfemias aullando en vuestro rededor, sentaos a los pies del señor más íntimamente. “El debe reinar hasta que haya puesto a sus enemigos por estrado de sus pies” (Hebreos 10:13). Aprovechad diligentemente todo su santo tiempo. Deberías convertirlo en el día mas ocupado de los siete; aunque eso si, solamente el los negocios de vuestro padre. Evitad el pecado en ese día santo. Todo hijo de Dios debe evitarlo cada día, pero principalmente en el día del señor. Es tanto un día de doble bendición como de doble maldición. El mundo tendrá que responder de sus pecados en el santo tiempo del domingo. Pasad el día del señor en su presencia. Pasadlo como habréis de pasarlo en el cielo. Ocupen las alabanzas y las obras de misericordia mucho de su tiempo, como ocupaban el del señor mismo.
1- Defended el día del señor.
Levantad vuestro sereno y en modo alguno acobardado testimonio contra las profanaciones del día del señor. Usad toda vuestra influencia, sea como hombre de estado, o como magistrado, o profesor, o como padre, o amigo, tanto publica como privadamente, para abogar en defensa de la eterna dedicación del día del señor. Esta obligación es impuesta por el mismo cuarto mandamiento. No miréis nunca cualquier infracción del domingo sin reprobar al trasgresor. Aun los mas mundanos con todo su orgullo y menosprecio contra nosotros, no pueden sufrir que les recriminemos de quebrantar el día del señor. Recordad siempre que Dios y la Biblia están de vuestro lado y que pronto veréis como estos mismos hombres maldecirán su propio pecado y locura, aunque desgraciadamente, demasiado tarde. Todos los hijos de Dios en Escocia levantemos nuestro testimonio unánimemente de forma especial contra estas tres profanaciones públicas del día del señor.
1- El mantener abiertas en ese día las bibliotecas publicas.-En esta ciudad y en todas las grandes ciudades de Escocia, yo os digo que podemos encontrar en sus salas muchos de nuestros hombres de negocios consultando y revisando toda clase de periódicos, revistas y libros, durante todas las horas del culto y especialmente por las tardes del domingo todas ellas están llenas como cualquier iglesia pequeña. ¡Ah pecadores culpables! ¡cuan claramente demostráis que os halláis en la senda ancha que lleva a la destrucción! si fueseis asesinos o adúlteros quizás no os atreveríais a negar esta acusación. ¿No sabéis vosotros--y todos los sofismas del infierno no podrían probar lo contrario--que el mismo Dios que dijo: "No mataras", también dijo: "acuérdate del día de reposo para santificarlo"? El asesino que es llevado al patíbulo y el educado y fino trasgresor del día del señor son uno, son iguales a los ojos de Dios.
2- El mantener abiertos en domingo los establecimientos, como bares, cervecerías, cafés… -tales lugares son la maldición de Escocia. Nunca puedo evitar cuando veo en uno de tales establecimientos el letrero “autorizado para vender licores”, el pensar que la licencia que tiene es la de arruinar las almas. Tales establecimientos son amplias avenidas a la pobreza y andrajos de esta vida y, como alguien a dicho, “el corto atajo que conduce rápidamente al infierno”. ¿Puede permitirse, así por las buenas, que en esta tierra de luz y testimonio Reformado, esos lugares de perdición y antros de iniquidad –Verdaderas trampas del alma- abran sus puertas en el día del señor? ¿Puede permitirse que los dueños de los mismos se enriquezcan y prosperen gracias a este mercado sucio, y que aun muchos de ellos se atrevan a decir que, a no ser por el negocio que hacen en el día del señor, no podrían seguir adelante? Con valido fundamento podemos decir: ¡Malditas sean las ganancias de este día! ¡Oh, hombres bajos y miserables! ¿no pensáis que cada moneda que cae sobre el mostrador, en aquel día devorara vuestra carne como si fuera fuego, y que cada gota de licor consumido en vuestros palacios de perdición servirán para avivar mas la llama de aquel “fuego que no puede ser apagado”?
3- La circulación de ferrocarriles en domingo. –La mayor parte de los directores de las compañías de ferrocarriles de Edimburgo-Glasgow ha evidenciado su decisión para inaugurar el hecho de que sus servicios sean aun prestados en domingo. Todos los canales de infidelidad han sido abiertos a una y circulan abundantemente los folletos y tratados blasfemos por todo el país desacreditando y menospreciando el día bendito del señor, como si no hubiese ojo omnipotente en el cielo, como si no existiese Rey sobre el monte de Sion, ni hubiese de haber día en que se habrá de dar cuentas.
Compatriotas cristianos, despertad y llenos del mismo espíritu que libro de nuestro país de las negras supersticiones del papado, luchemos contra la invasora corriente de infidelidad y enemistad contra el domingo.
Vosotros, hombres culpables que bajo la inspiración de Satanás estáis guiando los oscuros ejércitos de los que quebrantan el día del señor, vuestras situaciones están abrumadoramente cargadas de responsabilidad. Sois ladrones; robáis al Señor su santo día. Sois asesinos; atentáis contra la vida de las almas de vuestros siervos, o dependientes, Dios dijo: “no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas”, pero vosotros los compeláis a quebrar la ley de Dios y vendéis sus almas para obtener míseras ganancias. Sois pecadores que pecáis voluntariamente contra la luz de vuestras conciencias. Vuestras Biblias, las palabras de vuestros familiares piadosos y las tiernas amonestaciones de los hombres de Dios suenan en vuestros oídos, en tanto que permanecéis perpetuando vuestra vergonzosa obra y os gloriáis altamente. Sois traidores a vuestro país. La ley de vuestro país declara que debéis “un descanso santo de todas vuestras palabras, obras o pensamientos durante todo el domingo” y vosotros la rechazáis como fruto de una superstición anticuada. ¿No fue el quebrantamiento constante del sábado lo que hizo que Dios reprobase a su pueblo Israel? Y vosotros tratáis de traer ahora la misma maldición a Escocia. Sois suicidas morales, que asesináis vuestras propias almas, proclamando al mundo que no sois pueblo de Dios y precipitando sobre vuestras almas la sentencia de que se hacen reos los quebrantadores del dia del Señor.
Concluyendo, propongo a la serena y quieta consideración de todo hombre serio las siguientes serias preguntas:
1- ¿Podéis mostrar a algún ministro, de cualquier denominación en toda Escocia, que no sostenga la entera dedicación de todo el día del Señor como un deber ineludible?
2- ¿habéis hallado a algún verdadero creyente en cualquier país, que ame a Cristo y viva santamente, que no se deleite guardar santo para Dios y enteramente el día del Señor?
3- ¿es sabio participar de la opinión de los que interpretan a su gusto la voluntad de Dios relativa al día del Señor, interpretación de los infieles, los menospreciadores, de los que no viven santamente, hombres que tienen los ojos cegados para las cosas de Dios, de los enemigos de la justicia, que citan las sagradas Escrituras, como Satán, para engañar y traicionar?
4- Si, en oposición a unánime testimonio de los mas sabios y mas santos siervos de Dios, contra los claros avisos de la palabra de Dios, contra las mismas palabras de vuestro catecismo aprendido en las rodillas de vuestra piadosa madre, contra la vos de vuestra ultrajada conciencia, vosotros os unís a las filas de los que traspasan el día del Señor, ¿No es esto pecar contra la luz, no es engañar gravemente a vuestras almas, no es constituiros reos del juicio de Dios?
Mi oración es que estas palabras de verdad y sobriedad se os evidencien con las mismas palabras de Dios y alcancen vuestros corazones con todo su divino poder.
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Textos Bíblicos para meditar:
1. El día del Señor como mandamiento: Êx 16:22-30; 20:8-11; 35:1-3; Lv 19:3-30; Dt 5:12-15; Ne 9:14.
2. El Dia del Señor señal del pueblo de Dios: Ex 31:12-17; 2Rs 4:23; Ez 20:12; Lm 1:7; Hb 4:9.
3. Castigo para los que no guardan el día del Señor: Nm 15:32-36; Lv 26:33-35; 2Cr 36:21; Jr 17:19-27; Lm 2:6; Ez 20:12-26; Am 8:4-14.
4. El día del Señor, día de bendición: Gn 2:2,3; Êx 16:24; Lv 24:8; Nm 28:9,10; Is 56:1-8, 58:13,14; Jo 20:1-9; At 2:1 com Lv 23:15; Ap 1:10.
5. Aquellos en potestad deben guardar el día del Señor: Êx 20:10; Ne 13:15-22.
6. El día del Señor en tiempos de los Evangelios: Sl 118:24; Is 66:23; Ez 46:1; Mc 2:27,28; At 2:1; 20:6,7: 1Co 16:2; Ap 1:10.
tomado de los sermones de R.M.Mc Cheyne. Pastor Sebastian Santa Maria